Valgan estas líneas para una triste e inevitable despedida…
Después de casi tres años, de buenos momentos en los que recorrimos juntas una parte del mundo; de los malos, en los que renegué de ella por traidora, me toca hoy, como en el tango de Gardel, emprender la retirada, y alejarme sin más remordimientos ¡Adios muchacha, compañera de mi vida!! ¡Siempre te recordaré!
Pero… ¡PERO! Ya lo dice el viejo y sabio refranero popular español muy convenientemente en estos desdichados momentos, que para eso está y me viene al pelo: “¡EL MUERTO AL HOYO, Y EL VIVO AL BOLLO!”
La NIkon D-60 ha muerto ¡¡Viva la Nikon D7000!! (más que muerta, ha sido cedida amablemente a un hijo fotógrafo, lo que viene a ser algo parecido)
Mientras escribo estas lineas, descansa aquí, a mi lado, soberbia y espléndida, y la miro de reojillo cada cierto tiempo, la acaricio, le sonrío y nace el amor eterno. A pesar de que nos ha costado unos días el conocernos, de que todavía tenemos que llegar a entendernos mejor… nos hemos enamorado locamente la una de la otra, y no cabemos en nosotras mismas de puro gozo ¡Ay Nikon D7000, cuánto soñé contigo!
Además de su esplendoroso cuerpo, venía vestida con un elegante 18-105 mm que hará mis delicias. Quedó espectacular al probarle el 50mm f1.8, y ¡sólo Dios sabe lo que disfrutamos juntas al elegir uno de sus 39 puntos de enfoque antes de disparar! Nos auguro un largo porvenir y espero que nuestra unión dé muchos y buenos frutos.
Os presento a nuestras primogénitas:
Gracias Philippe, por hacer el sueño realidad. Tú si que eres el mejor compañero para esta vida y las que vengan después.