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La primera vez que Laura Bardier se encontró con el arte fue en un libro de pinturas de Caravaggio en la casa de sus abuelos. Por aquel entonces, sin teléfonos ni tablets, los libros eran el refugio de aquella pequeña niña que, cuando se aburría, pasaba un buen rato indagando en esa frondosa biblioteca.
Más adelante, la arquitectura también significó una fuente de inspiración, quizás por la herencia de una familia de varios arquitectos. Desde muy chica sus paseos eran mirando hacia arriba, apreciando estructuras que llamaban su atención ya sea por sus dimensiones o sus diseños.
Toda esa incipiente pasión por el arte, fuere cual fuere su forma, terminó por consolidarse a sus 17 años, cuando se lanzó a recorrer Europa como mochilera. En Florencia pudo conocer de primera mano las obras de Caravaggio, alucinar con las pinturas de Tintoretto y emocionarse con las esculturas de Brunelleschi.
Ese bagaje de recuerdos e inspiración desde tan temprana edad por el mundo de las artes llevó a Laura Bardier a convertirse en una de las principales referentes de la industria en Uruguay con el desembarco de Este Arte hace exactamente 10 años. Bardier cuenta con una extensa formación internacional cursada en Florencia y en Viena, donde se especializó en curaduría en nuevos medios. En su extensa trayectoria destaca, además, la experiencia de haber trabajado en el Municipio de Nápoles para crear el primer museo municipal de la ciudad dedicado al arte contemporáneo.
En la antesala de su décima edición, que tendrá lugar del 6 al 9 de enero en Pavilion Vik de José Ignacio, la fundadora y directora de esta cumbre cultural y feria de arte repasa los comienzos de un proyecto que, definitivamente, ha transformado la forma de concebir el arte contemporáneo en el país, posicionando al mercado uruguayo a nivel internacional.
Ha pasado una década desde la primera presentación de Este Arte. ¿Cómo se te ocurrió esta idea hasta entonces inédita en Uruguay?
La idea de la feria nace mientras estaba trabajando con una coleccionista y filántropa muy importante en Estados Unidos, llamada Estrellita Brodsky, que colaboró en la creación del Departamento de Arte Latinoamericano del MoMA, entre otras tantas cosas. Ser testigo de la consolidación de un departamento tan significativo para nuestro arte, me movilizó. Fue un momento clave en el que el arte latinoamericano entró en el escenario mundial global, digamos. Y esa actitud empezó a germinar de a poco la idea de Este Arte. Como ella solía decir, en un mundo ideal no debería necesitarse un Departamento de Arte latinoamericano o africano. Pero, en realidad, a veces se necesitan este tipo de acciones afirmativas para promover ciertos grupos, contextos y experiencias. Ese ejemplo me bastó para entender que los individuos, cada uno desde su lugar, podemos hacer cambios en la historia del arte. Hasta ese momento nunca me había dado cuenta. Pensaba que los museos, por ejemplo, eran cosas ajenas a mí, que yo era muy pequeña para poder influir o tener impacto. Entonces empecé a pensar qué es lo que yo, dentro de mis capacidades intelectuales, económicas y logísticas, podía hacer. Me gustaba la idea de ir por algo que contribuyera al desarrollo de mi país, así como lo hizo el Departamento de Arte Latinoamericano del MoMA. Yo nunca había trabajado en una feria, ni en nada comercial. Mi trayectoria había sido en museos y en instituciones culturales sin fines de lucro. Pero me di cuenta de que en Uruguay era necesario algo un poco más comercial, como para empujar la cuestión de la profesionalización. Porque ya había y hay varios museos e instituciones que trabajan bien, sean públicos o privados. Sin embargo, faltaba trabajar la idea de que el artista puede vivir de lo que hace. Ese era para mí uno de los principales aspectos a contribuir. Hoy, después de 10 años, creo que uno de los éxitos o de los resultados más positivos que he tenido con Este Arte es haber logrado un cambio en el lenguaje y en la mentalidad: sí es posible vivir del arte en Uruguay.
¿Por qué Punta del Este?
Yo soy de Montevideo, crecí en el Prado, así que si fuera por mí habría elegido ese barrio como sede. Pero también había una cuestión de factibilidad. Para que funcione una feria se necesita gente que compre arte y esa gente está en Punta del Este. Antes de Este Arte había un cierto grupo de personas que compraba obras, no siempre con un criterio, tal vez no como inversión o como forma de contribuir a la cultura, sino por una cuestión más decorativa. A su vez en Uruguay hay una tradición de comprar obras de artistas hombres ya fallecidos en casas de remates. Con los años hemos hecho un trabajo de hormiga en desarrollar nuestro público uruguayo. La mayor parte del público que venía a la feria los primeros años era argentino-brasilero. Algún peruano, algún chileno y algún paraguayo. Pero no uruguayo. Y, sin embargo, en los últimos años lo que he hecho conscientemente y con mucho esfuerzo es desarrollar ese público nacional.
¿Hoy el uruguayo gasta en arte?
Creo que gracias a Este Arte hay varias personas uruguayas que empezaron a compran no solamente artistas consagrados, sino también artistas jóvenes, emergentes. La feria es una exposición de la oferta que hay en el mercado. Una selección, obviamente, de las cosas que son actuales y que están funcionando tanto en Uruguay como en el extranjero. También se entendió que comprar una obra puede ser una inversión, porque lo que hoy cuesta cinco, mañana podría costar 10. Es además una inversión en el desarrollo cultural y económico de nuestro propio país, ¿no?
¿Cuál es tu propósito con Este Arte?
Este Arte es un proyecto internacional con raíces locales, me interesa muchísimo desarrollar el mercado, el sistema del arte en Uruguay, pero también ponerlo en contacto con el resto del mundo. Muchas veces pasa, especialmente con las artes visuales, que hay una especie de isla de autorreferencialidad. Por mucho tiempo fue así y creo que últimamente está cambiando.
Decías que la feria es una selección de expositores, ¿cómo y quién hace esa curaduría?
Fundamentalmente la hago yo y con mucho tacto. Es casi un trabajo de malabarista, que implica gran esfuerzo y equilibrio. En el proceso hay que convencer de participar a una serie de galerías y expositores, no solamente extranjeros, también a los uruguayos. Porque estar en la feria requiere invertir, hay ciertos costos de participación pero también otros asociados a pasajes, traslados, transporte de obras, alojamiento… Por otro lado, los uruguayos tienen un poco de desconfianza, ¿para qué van a pagar una feria, si están acá?, ¿con qué necesidad? Después hay todo un trabajo de seleccionar galerías que funcionen, que se complementen, de manera que la oferta sea variada. Muchas ferias en el mundo, para sostenerse, hacen un evento que incluye 100 o 200 galerías, porque eso permite reducir los costos de la logística. Sin embargo, una feria de esas magnitudes implica que no todas las galerías vendan. Con un público local ese tipo de estructura no sería sostenible, desde mi punto de vista. La feria que yo hago es explícitamente para el público que hay en Punta del Este. Obviamente hay que desarrollarlo, apostar a la región, invitar a que la gente venga y extienda sus vacaciones para poder pasar por la feria o que directamente venga con ese motivador, sabiendo que además puede disfrutar de un entorno de naturaleza y playa. Lo que quiero decir es que hay que combinar una serie de factores para que Este Arte sea sostenible y entender que la audiencia es muy pero muy diversa. No es lo mismo la gente que vive en La Barra, que la que vacaciona en Manantiales o José Ignacio. Tienen estilos de vida muy diferentes. Y también una forma diferente de conceptualizar la belleza del arte.
¿Te ha pasado en estos 10 años que se haya postulado algún artista independiente, de buena proyección, pero sin posibilidad de solventar su presencia en la feria?
En Este Arte no participan artistas independientes, solo galerías. Pero lo que hacemos cuando hay artistas o galerías interesantes que no tienen la capacidad económica para sumarse, es buscar la vuelta para que sí lo hagan. La Intendencia de Maldonado nos facilita algún alojamiento y eso permite reducir costos. Si es un artista solo, que me interesa que esté, lo pongo en contacto con galerías que podrían estar interesadas en su trabajo. Sin importar si ese arte me gusta o no, porque es muy subjetivo, trato de facilitar cuando hay gente que veo tiene interés, ganas de trabajar y de hacer las cosas bien. Independientemente de la estética o de los aspectos formales de la obra, siempre intento apoyar a todo aquel que se acerca.
¿Cómo entrenás la sensibilidad y la percepción para año a año estar actualizada y anticiparte a lo que funciona y atrae al público?
Primero hay que tener mucha modestia en el sentido de que mi visión no es necesariamente la única ni la más actualizada. Desde Nueva York, que es donde vivo, estoy constantemente visitando muestras, ferias, bienales. Hace más de 20 años que viajo recorriendo exposiciones. He ido a todas las bienales de Venecia desde mis 19 años. Cuando vivía en Europa también visitaba cada edición de la Bienal de Arquitectura. Constantemente estoy siempre viendo y actualizándome, es parte de mi formación. Y me gusta, además de ser mi trabajo, es una forma de vida.
Si tuvieras que reflexionar, en pocos puntos, cómo en esta década Este Arte ha transformado el modo de concebir el arte en Uruguay, ¿qué dirías?
Primero que nada, como mencionaba antes, la idea de que es posible vivir de lo que uno hace como artista. Creo que hoy en día esa creencia está en el imaginario general de Uruguay, hace 10 años no era así. De ese positivismo de “es posible” se desprenden otras cosas que van más allá de la feria. Hay gente que desarrolla sus carreras artísticas motivada por esa creencia. También el público ha cambiado la forma en cómo ve el arte. Hemos intentado desarrollar la idea de que no es necesario tener una cierta capacidad económica para comprar arte. En la feria hay obras de 300 dólares. A su vez, hay una diferencia muy clara entre lo que es visitar un museo y visitar una feria. En Este Arte está la sensación de que se puede preguntar. No hay un pedestal entre el artista y su obra con la gente. Están frente a frente. Es una manera de democratizar el arte. Y, por último, hemos transformado a uruguayos que venían a Este Arte a pasear, como si fuera una muestra de museo, en compradores, que hasta se animan a viajar a ferias de Buenos Aires, Miami o Madrid.
Por primera vez se entregarán dos premios, ¿de qué constan?
En el marco de estos 10 años, incorporamos dos premios que pretenden reconocer, potenciar y fortalecer el trabajo que se viene haciendo desde hace años en Uruguay. Por un lado está el Premio de Adquisición Don Baez para la compra de una obra valorada en 10.000 dólares, que será destinada a su colección corporativa privada. Don Baez es una empresa uruguaya que trabaja con materia prima local. Es el primer premio a la adquisición en Uruguay de un privado y espero que inspire a otros a hacerlo. Por otra parte está el Premio a la Filantropía Laetitia, en honor a Laetitia D’Arenberg, La idea es reconocer a quienes año a año han contribuido al desarrollo de la cultura en Uruguay.
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