Una litera me parece una curiosa metáfora de la sociedad de cualquier parte del mundo. Por desgracia acostumbra a haber clases sociales, en algunos lugares infinidad de ellas, pero que en muchas ocasiones se pueden resumir en dos. La clase dominante, que tiene los privilegios y dicta las normas para conservar sus “status” y garantizar el sometimiento de quiénes están por debajo, y la clase social que siempre está sometida al capricho e interés de los que están en el piso de encima.
En una litera está claro que los dominantes son los que están arriba, disfrutando de las vistas, el aire limpio y del placer de saber que cualquier ventosidad será recibida por los del nivel inferior.
Pero ambos niveles están unidos por la estructura de la litera. De modo que los que están abajo se ven obligados a soportar que cualquier mínimo movimiento de los de arriba se amplifique y saben que si se quejan la respuesta desde arriba será algo que les fastidie todavía más.
Los de arriba se creen que pueden hacer lo que quieran con los de abajo, pueden tirarle un calcetín, molestar saltando, abusando de su posición sin miramientos, tratando con desprecio a los que por debajo están.
Este constante baile de risas y lloros, según estés en un sitio u otro, finaliza el día que los de abajo se hartan y, arriba no hacen caso a cuando abajo agitan la litera, haciendo que se tambaleen. Lo siguiente es que la acumulación de indignación genere una una buena patada desde abajo hacia arriba para que los de arriban caigan al suelo con cara perpleja, incrédulos ante el final de su dominación.
No importa que la litera quede medio destrozada, los de abajo seguirán igual de abajo que al principio, pero sin nadie que les moleste constantemente, pudiendo sentir el aire sin viciar por la tapadera social, disfrutando de la sensación de no ser el títere, el esclavo o el asiento de otro.
Y cuando los de abajo por fin consiguen desatornillar lo que sujeta la parte superior que les humilla y esclaviza consiguen eliminar aquello que les impedía ser iguales. Ya no hay nivel superior, todos están en el mismo nivel, aunque los más desagradables del nivel superior habrán sido lanzados lejos de la cama.
Al poco tiempo notan como si la cama estuviera más alta. Se ha elevado, pero no por sus méritos, ni por su esfuerzo, si no por el empuje de otro nivel inferior que les levanta y les sostiene; pero que desde su punto de vista son netamente inferiores y sólo son merecedores de su desprecio y su basura. La rueda de la historia vuelve a girar.