Revista Humor

El mundo falaz de las apariencias

Por Jerjes Ascanio
El mundo falaz de las aparienciasAlf, es algo mayor que ella, le atraía muchísimo. La esperaba encaramado en una silla alta detrás del mostrador. Al verla pasar, asumía postura para llamar su atención.
Aunque Alf estaba casado, se sentía solo. Alegaba que su esposa andaba demasiado ocupada con sus perros y las vicisitudes de los protagonistas de los culebrones que seguía compulsivamente por la tv.
Alf era un Don Juan casi cómico. La miraba obstinadamente por entre los estantes medio vacíos. La invitaba a salir con susurros a cenar, a tomar un trago, al cine. A cualquier actividad que le diera la oportunidad de expresarle que ella era su único amor verdadero.
A ella sus atenciones le resultaban halagadores y también agobiantes, casi en igual medida, de modo que siempre lo rechazaba. Aunque procuraba no decepcionarlo del todo.
Ella se decía a si misma que estaba decidida a morirse antes de tener que pedirle a Alf que la dejara en paz de una vez por todas.
Una vez tomados los artículos que iba a llevarse, se despedía de Alf, al pagarle, con un gesto coqueto. Insinuaba tener prisa por una diligencia, así rehusaba las ultimas suplicas.
Pero sucedió que un día, aprovechando que ya era casi la hora de cerrar y no habían más clientes, ella se dijo que probaría algo inesperado. En el fondo Alf le gustaba.
Entre unas estanterías se desnudo, camino con sigilo hasta el mostrador y le toco el hombro. Alf al voltear se encontró con la cara de ella y sus pechos rosados, desnudos, sobre el mostrador.
Alf abrió los ojos muy grande, dio un paso atrás, balbuceo algo ininteligible y cayo fulminado por un infarto...

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