La meta de la educación deber ser crear niños felices.
La teoría difiere de la práctica educativa, durante los años de carrera estudias diversas métodos pedagógicos, pero ninguno de ellos tiene el valor sobre el otro al contrario, se complementan unos con otros y es ahí donde radica la labor de los docentes en aplicar aquellas estrategias educativas que mejor ayuden al desenvolvimiento de los niños en todos sus aspectos. Pero el problema está en si el centro en cuestión de ámbito privado o público, en cada uno de ellos se actúa de forma diferente aunque los objetivos y contenidos de la etapa de Infantil son generales sin importar el centro.
Si nos centramos en los centros privados el método de enseñanza tiene mayor amplitud de actuación y se puede trabajar de forma complementaria con las metodologías que den importancia al respeto de los ritmos de trabajo de cada niño y se efectúe un desenvolvimiento pleno. Aquí depende de la dirección del centro si se utilizan las fichas o si por el contrario se prescinden de ellas, es aquí donde las editoriales intentan convencer y presentar unos materiales muy atractivos para el profesorado como para el alumnado.
Si cambiamos el centro y nos adentramos en los centros públicos la enseñanza depende de la administración y es donde la mayoría de los centros trabajan con las editoriales, que les suministran todo tipo de material para el empleo dentro del aula donde todo esta muy bien explicado en los libros para que los niños hagan lo que se les pida y no ir mas allá de lo mero escrito, por una parte es una gran ayuda para los maestros dado que solo tienen que hacer lo recogido en el material, todas las fichas están editadas y es tiempo ganado.
Por tanto de que sirve tanta preparación durante la carrera de conocer los objetivos, contenidos, criterios de evaluación, realizar material… si al final todo esta recogido en los libros de los alumnos y en los profesores, donde a quedado la creatividad de los docentes, esa que haga que tus alumnos quieran explorar ellos mismos sus posibilidades, donde realicen el ensayo-error, ellos mismos decidan que quieren aprender, el cómo y cuando. Pero para ello debe haber un cambio de mentalidad en todos los aspectos y que se prime mas la labor del docente. Se dan demasiados contenidos y se olvida la manipulación, el descubrimiento y el juego, se dispone de gran variedad de recursos que se pueden utilizar en el aula sin necesidad de recurrir a las fichas.
Si hacemos un recorrido por las pedagogías estilo Montessori, Pikler, Waldorf, Doman… en las cuales sus pilares fundamentales son centrarse en el niño el cual construya su propio conocimiento para ello se le facilita las herramientas necesarias tal y como se recoge en el modelo constructivista, es decir una escuela en la que impere la democracia, libertad y se den respuestas a las necesidades de cada niño. Algunas de las razones de no utilizar fichas en el aula son las siguientes:
- El cerebro de los niños de edades comprendidas entre los 2-6 años no tiene la necesidad de hacer fichas, en esta edad es cuando mayor movimiento necesitan para el desarrollo de la comunicación.
- No se respeta la individualidad del niño( los periodos sensibles).
- No se favorece el juego. Las imágenes que se presentan son estereotipadas y con objetos bidimensionales, el juego es un mecanismo para el desarrollo cognitiva, social y físico del niño.
- Los contenidos a presentar deben ser tangibles, se deben manipular, experimentar y observar, de esta manera se favorece el uso de los sentidos conociendo las variantes de los objetos.
- No se da importancia al cómo descubre es decir, el aprendizaje por exploración personal.
- Los niños no prestan atención aquello que se les presentan si para ellos no es relevante y menos aun si no les motiva.
- No se crean vínculos entre iguales y menos aun con el docente, el afecto es base del aprendizaje, es en esta etapa donde mayor importancia se debe de dar a la creación de unos vínculos afectivos que le ayuden en el futuro para crearlos con otros.
«La mejor enseñanza es la que se transmite de corazón a corazón» Howard G. Hendricks