Manifestación en Cornellà, fecha de los años 70 (elperiodico.com)
Ahora es el día de las hijos y los hijas de aquellas generaciones que nos parecían de película o de cuento para conciliar el buen sueño. Ahora es nuestro momento, de volvernos hacia ellos y agradecerles toda su lucha. Por descontado, nos ha servido a todos y a todas de guía en el camino hacia una verdadera equidad en el sentido del bienestar común, y también para una mayor tendencia de cara a la lucha por los derechos sociales. Pero también deberíamos explicarles el mundo que nos ha estado esperando a nosotros, y que ahora padecemos; un mundo que premia a los que reparten mortajas, en lugar de pan; que niega a los culpables de su época el deber de ser examinados y juzgados por la justicia; que no se corresponde en nada al sueño de la libertad que les vendieron y con el que nosotros crecimos; un planeta en el que los villanos pueden construirse palacios que suman el mismo valor que toda una ciudad, o un estado puede darse el gusto de prohibir la libre comunicación y circulación de informaciones.Este es el nuevo mundo; nuestro nuevo mundo. El sentido de todo lo que ocurre no tendría lugar sin el amplio abanico de movimientos reivindicatorios que se concentran alrededor de este 'mundo' para clamar justicia. Al igual que nuestros mayores han hecho con nosotros, no dentro de mucho tiempo tendremos que explicar a las futuras generaciones qué fue lo que sucedía para que diversos grupos de personas se movilizasen dentro de los hospitales; será nuestro deber narrar la abnegación que el Gobierno hizo de su tratamiento médico, en favor de sus propios intereses y lucros.Y entonces podríamos marcar un trazo en la tierra que siguiese con el camino a la justicia y un estado real de bienestar para todas las personas del mundo, sin excepción. Una vez escribí algo que he vuelto a leer y ha suscitado un importante peso en cuanto a mí deber con el futuro: "El corazón que calla en mitad de esta jauría y la mente que se acostumbra a viajar en esta corriente de sucias y pobres ideas, crean un alma comodona y pusilánime que vive sin importarle nada, no lucha ni denuncia la injusticia y tampoco es capaz de romper los grilletes que se le han impuesto".
Manifestantes encerrados en el Hospital Trueta de Girona (eldiario.es)
¿Cómo podremos justificar ante nuestras generaciones descendientes que el capitalismo, el neoliberalismo, la ineptitud de la clase política que nos gobierna para combatir a éstos, la corrupción, la violencia y el miedo (a la guerra, a caer en la pobreza, al retorno de los totalitarismos,etc.) consiguieron sobrepasar nuestros esfuerzos y sacrificios, nuestra voluntad de combatirlos, y reafirmar un mundo que piensa mirándose a sí mismo en el espejo que sostiene con la mano derecha? Eso, amigas y amigos, es injustificable. Nunca podremos explicar por qué no estábamos en aquella manifestación; por qué entre nuestros recuerdos no se cuenta la movilización del día "x"; por qué no estábamos allí, en la calle, reclamando lo que es nuestro e innegociable; lo que es de todos.http://laletrapeque.blogspot.com/rss.xml