El muñeco de nieve, dirigida por Tomas Alfredson y basada en la novela homónima de Jo Nesbø, nos sitúa en la fría Noruega para contarnos una tétrica historia protagonizada por Michael Fassbender,con la compañía de Rebecca Ferguson y Charlotte Gainsbourg.
Podríamos decir que la película hace bien su papel como el clásico thriller policíaco, ya que tiene todos los elementos necesarios: un policía depresivo y atormentado, una acompañante con ganas de salvar el mundo, una chica enamorada del policía depresivo y, no podía faltar, un psicópata de raíces oscuras que intentará hacerles la vida imposible a los protagonistas.
El muñeco de nieve sabe mantener la tensión durante las dos horas que dura, aunque en el momento de sorprender se toma su tiempo, y a lo largo del film hacen su vaivenes personajes que aportan bastante poco a la trama. Estos dos inconvenientes pueden hacer que el espectador desconecte a ratos. Para volver a conectar con quien la ve, parece que la película ha tenido que valerse de escenas grotescas y sangrientas, pero lo positivo es que no abusa de este tipo de imágenes y están bastante justificadas.
En cuanto a la química entre los personajes (y no es que el reparto sea precisamente mediocre), es prácticamente inexistente. Las relaciones que se establecen entre ellos no son creíbles y resultan muy frías y mecanizadas, apenas se percibe ningún atisbo de naturalidad en las interacciones entre los distintos actores. Más que naturalidad, deberíamos hablar de tensión.
Con todo esto, no es que El muñeco de nieve sea una mala película. De hecho, cumple todas las expectativas que tiene que cumplir un buen thriller. Sin embargo, no sorprende, ni emociona. No se logra empatizar lo suficiente como para que pueda dolerte o afectarte, de algún modo, lo que está pasando. Recomendada para los amantes de este género, pero no para aquellos y aquellas que quieran descubrir algo nuevo con una película.