Revista Espiritualidad

El nacimiento de la filosofía en grecia

Por Josep Pradas

Fragmento de Ramon Valls (La dialéctica, Barcelona, Montesinos, 1982, pág. 12)
Recordemos el milagro que todavía nos enorgullece. La filosofía occidental, nuestro propio pensamiento, nace en las costas orientales del mar Egeo, en las colonias griegas de Asia Menor, en el siglo VI a. C. Colonias griegas prósperas por su comercio marítimo, donde convergen las necesidades prácticas de las navegación y el comercio con la oportunidad de adquirir los conocimientos astronómicos y matemáticos de los babilonios y los egipcios.
Era necesario orientarse en el mar y para ello era preciso saber mirar al cielo y estar familiarizado con las estrellas. Era necesario anticiparse a una mala cosecha almacenando grano y resultaba muy útil prever una buena cosecha para alquilar almazaras a bajo precio. Era necesario saber contar y medir , era necesario, en fin, saber observar bien las cosas para consignar la observación en breves palabras. Todo eso, se nos cuenta, sabía hacer Tales de Mileto, primer filósofo y uno de los sabios de Grecia. Así nace el filosofar como actividad diferenciada consistente en decir lo que la cosa es. Casi nada, tarea para siglos. Pero ya los primeros, todos los que llamamos presocráticos, fueron exigentes. Querían un decir ajustado a la realidad, claro y apropiado, bello para ceñirse al cuerpo de la cosa [logos]. Querían un mirar sin fantasías supersticiosas, limpio de temores imaginarios, pero no sin poesía [epos]. Así fue el alba de la filosofía griega y el nacimiento de nuestra propia vida intelectual.


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