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El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última Parte

Por Ladycaroline
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  Parte3.2 Se cancelan las justas y las celebraciones
Los imperialistas se alegraron del desencanto de toda la nación, sin embargo, nadie sintió tanta tristeza como Enrique al ver que sus planes se venían abajo. El embajador Chapuys comentaría: “Dios se ha olvidado por completo de él”, pero Enrique a pesar de su decepción inicial, tenía la esperanza que en breve su esposa le daría hijos varones sanos. En San Pablo se cantó un Te Deum por el feliz desenlace del parto, aunque se cancelaron las justas y diversiones que estaban previstas.
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  ParteEustace Chapuys ( c. 1490-1556), embajador del emperador Carlos V en la corte inglesa
Ana Bolena le abrió el corazón a Enrique y le confesó toda la amargura provocada por aquella desilusión, Enrique se apresuró a cogerla entre sus brazos, diciéndole: “Preferiría mendigar de puerta en puerta antes que abandonaros”.
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  Parte
3.3 El esplendido Bautizo
El 10 de septiembre, cuando Elizabeth sólo tenía 3 días de edad, la hija de rey y de Ana Bolena recibió un espléndido bautizo en la iglesia de los frailes Observantes de Greenwich. El templo y la galería que conducían hasta él se adornaron con magníficas colgaduras de paño de Arrás y la pila de plata se instaló en una elevada plataforma con barandilla. La niña iba ataviada con un manto de terciopelo púrpura forrado de armiño, con una larga cola, fue llevada en procesión hasta la iglesia.
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  Parte Presunta vestimenta usada por la niña Elizabeth durante su ceremonia bautismal
El arzobispo Cranmer fue el padrino, como el cardenal Wolsey había sido de la princesa María. La madrina de bautismo fue la matriarca de la familia Howard, Agnes, duquesa viuda de Norfolk. Pero en la confirmación que siguió de inmediato, Gertude, marquesa de Exeter, leal amiga de la reina Catalina, contra su voluntad fue obligada a ser la madrina y a obsequiar a la princesa bebé con tres cuencos grabados con oro y plata. John Stokesley, obispo de Londres, bautizó a la niña con el nombre de Elizabeth. El rey de armas de la Jarretera exclamó: “¡Qué Dios en Su infinita bondad dé próspera y larga vida a Su Alteza la Princesa de Inglaterra!” Las trompetas tocaron sin cesar.
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  ParteEl arzobispo Thomas Cranmer (1489-1556) fue padrino de Elizabeth durante la ceremonia. Retrato atribuido a Gerlach Flicke (1545)
Bajo la trémula luz de quinientas antorchas Elizabeth fue llevada en procesión de vuelta a la cámara de la reina, donde recibió la bendición de su madre. Enrique VIII no se encontraba presente, como era parte de la tradición, pero ordenó a Norfolk y a Suffolk que dieran las gracias al Lord Mayor y sus cofrades por asistir al bautizo. Para la alegría del pueblo, tan grandioso acontecimiento se dejó notar por la ciudad: se encendieron las hogueras y fuentes de vino emanaban por varios rincones.

3.4 Elizabeth, la heredera legítima


Con el nacimiento de la princesa Elizabeth, María, su única hija superviviente con Catalina de Aragón, fue el 1 de octubre de 1533 oficialmente desposeída de su título y considerada bastarda. A partir de entonces sería conocida como “Lady María”. En noviembre del mismo año, la casa de María bajo la tutela de la condesa de Salisbury fue disuelta y ella trasladada a la casa de su hermanastra pequeña.
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  ParteCuadro de María Tudor a la edad de veintiocho años. Obra de Master John (1544)
En aquel momento, Elizabeth era la única hija legítima y heredera de Enrique, lugar que ocuparía hasta que viniera al mundo el deseado príncipe. Pero, mientras tanto, debía ser tratada con todo el respecto que su rango merecía.
4. La princesa y su madre

4.1 La princesa ya tiene casa propia


En diciembre, cuando tenía tres meses de edad, se asignó a la princesa Elizabeth su propia residencia y se la envió a vivir a Hatfield, Hertfordshire. Lady Bryan fue nombrada la institutriz de la niña, cargo que ostento también en la casa de lady María. Lady Margaret Douglas, ex miembro también de la casa de María, fue su primera dama de honor, a la vez que Blanche Parry que estaría a su lado durante cincuenta y siete años, era una de las encargadas de mercerla. El rey y la reina eran padres distantes, aunque lady Bryan tenía la reina informada de los progresos de la pequeña.
El Nacimiento de la Reina Elizabeth Tudor: 2ª y Última  Parte
Hatfield House, lugar donde la princesa Elizabeth pasó los primeros años de su infancia
4.2 Una afectuosa madre
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Escena de la película Ana de los mil días (1969)
Poco se sabe a ciencia cierta sobre la relación de Ana con respecto a su hija. Indudablemente, la reina no se preocupaba en absoluto del bebé en el sentido moderno, ya que se creía esencial para el rango de princesa que tuviera casa propia. Eso no significa que no amara a su hija; una vida poco familiar no excluía necesariamente el cariño materno. Hay anécdotas conmovedoras de un período más difícil de la vida de la reina Ana cuando, por ejemplo , fue vista tendiendo a Elizabeth a Enrique en actitud de súplica. Asimismo ,tenemos constancia de que Ana visitaba con frecuencia la mansión de Elizabeth y le mandaba ostentosas telas para la confección de sus vestidos.

5. ¿Dónde está el heredero?


En definitiva, el ascenso de Ana fue rápido y vertiginoso, doce meses le bastaron para ser engrandecida como Marquesa de Pembroke, después esposa del rey, poco más tarde coronada reina. El nacimiento de Elizabeth había indudablemente debilitado la posición de Ana ante los ojos de la corte inglesa y de las naciones extranjeras. En ella, estaban reflejadas todas las esperanzas de engendrar un heredero varón sano, el próximo gran monarca de la dinastía Tudor, que de repente se vieron truncadas. Una hija no era suficiente para lograr su cometido, aún había mucho que alcanzar.
Si el 7 de septiembre de 1533 hubiera alumbrado el deseado varón, todo hubiera cambiado drásticamente. Incluso la facción de la corte que apoyaba incondicionalmente la reina Catalina y a su hija María reconocería la hegemonía y el poder de Ana Bolena. El emperador Carlos V hubiera asumido que restaurar a su tía y prima en el trono sería una causa perdida, pero con otra niña por medio la causa de Lady María seguía viva.
Por lo tanto, la llegada de Elizabeth reavivó otra vez la inestabilidad de la casa Tudor que todavía seguía sin sucesión. Ana y su vientre eran los únicos que podría traer nuevamente a Inglaterra la paz que tanto deseaban, mientras tanto, Ana debería luchar día tras día contra sus enemigos, la hostilidad de las cortes extranjeras y ,como no, la ira del rey.
Bibliografía:
Denny, Joanna: Anne Boleyn: A new life of England´s tragic Queen, Portrait Books, London, 2005.
Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.
Hackett, Francis: Enrique VIII y sus seis mujeres, Editorial Juventud S.A., Barcelona, 1975.
Ives, Eric: Anne Boleyn, Basil Blackwell, Oxford, 1988.
Starkey, David: Elizabeth, Apprenticeship, Vintage, London, 2001.
Warnicke, Retha M.: The rise and fall of Anne Boleyn: family politics at court of Henry VIII, Canto, Cambrige University Press, 1996.
Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.

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Lady Caroline

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