Por Luis Conde
Sergio Vila-Sanjuán se alzó con
el Premio Nadal de este 2013, con una novela casi
costumbrista de doce capítulos y doscientas treinta y cinco
páginas. La obra intenta reconstruir el clima moral de los
inicios de la década de los años sesenta, del pasado
siglo en Barcelona. El título Estaba en el aire
resulta simbólico.
Se centra en un núcleo familiar
industrial y negociante de la alta burguesía que, desde
siempre, ha dominado la vida ciudadana. Claro que con
interconexiones matrimoniales y ligazones de intereses para
que todo quede entre ellos. ¡Nada nuevo, en resumidas
cuentas!
Pero para captar la vida en aquel
ambiente, se las ha ingeniado con un programa de radio en
cadena que existió realmente entre l960 y 1962. Se emitía
con conexiones de muchas emisoras de la Radio Nacional y
otras derivadas, para ofrecer un entretenimiento lacrimoso: el
rastreo y búsqueda de personas desaparecidas, a las que se
ofrecía ayuda a través de las ondas, para reencontrarse
con sus familias.
Treinta millones de españoles se
quedaban clavados ante los aparatos en la noche de los
martes, para seguir las peripecias de gentes desvalidas que,
de pronto, encontraban que alguien les ofrecía apoyos en sus
búsquedas de muchos años.
Claro que el programa era un
producto patrocinado por una firma farmacéutica y por tanto
un soporte publicitario, pero pocos de esos millones de
españoles entonces podían comprender que estaban siendo
manipulados en sus emociones y que se les atraía a asuntos
inanes, distrayéndoles de otros que podían ser críticos.
Los protagonistas del engendro eran profesionales de la
Publicidad emergente, que entonces despegaba y en colaboración
con los radiofonistas y periodistas de sucesos, que tenían
mucha beligerancia desatada por el diario sensacionalista El
Caso.
Completa el panorama una trama
amorosa y sentimental con dos parejas en crisis, para
mostrar lo difícil que siempre ha sido convivir en las
altas instancias y la dureza implacable de la sociedad
catalana que siguió al pie de la letra los dictados del
franquismo, acomodándose a la nueva situación tras de la
guerra civil y los reajustes industriales y con nuevas
perspectivas que les traía el desarrollismo de esos
potenciales años sesenta.
Una revisión sentimental catalana
con apuntes de unos años promisorios. Lo que se hizo y lo
que se olvidó. Estaba en el aire el nacimiento de
una nueva sensibilidad social, que a ellos casi les arrolla.
Pero supieron agarrarse y hasta teledirigirla. Los sesenta,
en consecuencia, también fueron suyos.