El presidente de la Asamblea Nacional venezolana y segundo político más importante del país, el exmilitar Diosdado Cabello, pretende que el chavismo de un golpe de Estado para impedir el cambio de régimen prometido por los opositores, ganadores de las elecciones para esa Asamblea.
Es la oposición quien lo denuncia, mientras numerosas policías de distintos países, en especial de EE.UU., señalan a Cabello como responsable de una red de militares venezolanos que transportan en aviones del ejército nacional, para exportarla, la droga de los narcoterroristas-castristas de las FARC colombianas.
Únase a esto la reciente detención de dos sobrinos políticos del presidente Nicolás Maduro que pretendían introducir 800 kilos de cocaína en EE.UU., y añádase que al menos siete altos cargos militares venezolanos están denunciados por ese país como narcotraficantes.
¿Y qué hacía Podemos asesorando a esta gente? Aliados y amigos. ¡Paga, Monedero!, dice Sáenz de Santamaría, a la que llama Menina, para despreciar su físico, ese antihigiénico y sudoroso machista de olor acre llamado pequeño Pablo.
Desde 1993 se hablaba ya de la infiltración del narcotráfico en las fuerzas armadas, aunque las mayores denuncias comenzaron a producirse a partir de 2004, cuando el periodista Mario Marcano, que luego fue asesinado, creó el término de “Cártel de los Soles”.
En lugar de las habituales estrellas, en Venezuela los generales llevan soles, el de brigada, uno, subiendo hasta el general en jefe, cuatro.
Pero el general en jefe y ministro de Defensa Vladimir Padrino, aunque apegado al chavismo y su militarismo, acaba de negarse a apoyar el golpe de Cabello, que ahora mantiene una pugna por el poder con Maduro.
En todas las ramas de los ejércitos, dicen los especialistas, hay una lucha del Cártel de los Soles por apoderarse del Estado y convertirlo en un narcoestado a todos los efectos: el petróleo llegó a venderse a 120 dólares/barril, pero ahora está a 40, y se demanda tanta cocaína...
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SALAS