Thomas Bernhard
Sí
Anagrama. 128 pags.
Por Luis Schiebeler
Esta obra lleva como título y a modo de oxímoron el asentimiento de la más trágica determinación en la vida de un hombre. En efecto, esa afirmación no provendrá del hastío insondable del protagonista, sino que será esgrimida y como si fuera una broma del peor gusto, por quien personificó al menos por un corto tiempo, el leitmotiv de su inspiración.
El personaje de Sí sabe que él esta mal y que exagerar su dolencia es ser consecuente con su personalidad. Su pensamiento excede lo negativo, practica el autoboicot y se va deslizando en un monólogo cuya verbalidad hemorrágica y corrosiva no es más que una consecuencia que ya había previsto. El deber de un intelectual científico es el de aislarse por amor a su trabajo, se convence; pero luego se da cuenta que si ese retiro es demasiado radical puede resultar tan contraproducente como para acabar con su vida intelectual.
De modo que el protagonista sabe con precisión cuál es su posición auténtica, su deber como pensador científico. Y no poder canalizar esta determinación en sus estudios, le genera rodeos mentales y estériles en torno a su impotencia que solo incrementa su desequilibrio emocional, so pretexto de la experiencia de la introspección.
Meses esperando que el deseo germine y le de el envión hacia la voluntad que ameritaba su imperioso quehacer en el mundo. Largos períodos sin ningún tipo de contacto, sin contar las pocas visitas que hacía a Moritz, su único “amigo” y testigo de su deplorable depresión. Con él lograba descargarse, hacer catarsis y sabía que lo maltrataba verbalmente.
De pronto, un hálito de luz parece penetrar en la sofocante bruma de su mente, una compañía auténtica e ideal con la cual conversar sobre Schumann y Schopenhauer. Y que jamás hubiera sospechado que se trataría nada menos que de una mujer. Que hermoso es estar con una persona para quien los propios conceptos son tan claros y decisivos como para uno mismo, piensa al interactuar con ella. Sin embargo, cuán verosímil le puede resultar esa digresión a una personalidad tan pesimista como la de este personaje.
Sí es la sexta novela del escritor austríaco Thomas Bernhard (1931-1989). Un relato sin artilugios ni recursos literarios que logra contagiar al lector de las sensaciones sofocantes y claustrofóbicas que invaden a una persona depresiva.
Es un texto que tiene la intensidad de una oralidad confusa aunque sin llegar a la verborragia del cocainómano extremo.
Hasta el final, el lector sentirá la adrenalina de una mente ofuscada que palpita entre oraciones con infrecuente puntuación sintáctica. Y que pese a todo, no parece por momentos renegar del su flagelo. Anarquía es todo lo que hay en una mente intelectual dirá luego, con jactancia y sin rodeos.