
Cualquiera que lea el texto de la Moción observará que está suficientemente motivada y que lo que se proponía tiene bastante sentido común: reprobar negligencias de anteriores Concejales, estudiar la posibilidad de frenar la obra y no perder ni un minuto en tramitar lo necesario para el soterramiento de la línea.
La actual Concejal de Urbanismo, Amparo Pina, tomó la palabra para justificar su decisión. Habló de "pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades" (expresión que acuñó Felipe González hace décadas), habló de que "gobernar es decidir", habló de evitar males mayores y habló, en definitiva, de una "huída hacia adelante". Con independencia de que pueda discrepar más o menos de su decisión (que discrepo), he de admitir que posiblemente sea ella la que menos culpa tiene del retraso que acumula la urbanización de "El Alamí".
Por ese motivo no tuve empacho en señalar directamente a Miguel Ángel Agüera, Concejal de Urbanismo durante prácticamente toda la anterior legislatura, como el responsable directo de la nefasta gestión urbanística en Ibi en general y en El Alamí en particular. Sin embargo, cuando Agüera tomó la palabra por alusiones, nos ofreció una explicación que nos dejó perplejos: asegura que si hasta ahora no se ha soterrado la línea de alta tensión (que es lo que pone el proyecto, lo que aprobó el Ayuntamiento y lo que han pagado los propietarios) es porque estaba "negociando".

Los negocios, o negociaciones, del negociante nos van a salir muy caros a los ibenses. De momento, una torre de alta tensión será colocada sobre la acera y parte de la calzada de una vía pública. Dicen que es "provisional". Ya lo veremos.
Nota: la moción fue apoyada por los grupos que la firmaron (10 votos en total) y el PP votó en contra (10 votos), mientras que el representante de CDL se abstuvo. Este empate obligó a que fuese el voto de calidad de la Alcaldesa el que inclinase la balanza y la moción fuese finalmente rechazada.