El otro día pasaba por una esquina que suelo transitar diariamente y algo llamó mucho mi atención: En una cochería ( casa velatoria) muy conocida, un cartel ofrecía ” hasta seis cuotas sin interés”. Sinceramente me dio mucho asco porque tengo un familiar fallecido, mi padre, y fue muy difícil el momento de tramitar el sepelio. Dado que los precios eran muy altos y mi padre no contaba con obra social ni jubilación. Finalmente optamos por un servicio crematorio, que suele ser de bajo costo.
Imagino que muchos de los lectores sufrieron la pérdida de algún ser querido y no es un momento para nada grato. Sumado al dolor de dicho momento, los empleados de las casas velatorias suelen comunicarle a los familiares las opciones de sepelio y de pago. El tiempo de decisión es corto y tiene un peso emocional muy fuerte. Entre todos deben decidir qué desean hacer y cuanto dinero pueden gastar para dicho trámite.
Mi sentimiento de rechazo hacia esta burocracia es esa idea de ” negociar hasta la muerte”, en una sociedad capitalista donde su principal objetivo en todo… es generar dinero. No sólo se exprimen las energías del individuo en vida para llenar bolsillos ajenos, sino también se lucra hasta con su muerte. Asi como se financia en cuotas la camperita de cuero que te mostraron en la vidriera, mañana tenés que financiar la muerte de la persona que amas. Es terrible! Respeto a las personas que tienen ese empleo pero repudio a quienes inventaron dicho sistema.
También respeto a las personas que deciden despedir el cuerpo de un ser querido de la mejor forma y con el velorio mas costoso. Pero, en mi opinión, el cuerpo es un envase para llevar el alma que es nuestro verdadero Ser. El lugar hacia donde se dirige el alma luego de que la persona fallece no depende del gasto que conlleva su servicio fúnebre. El proceso de duelo de aquellos que despiden el cuerpo no depende del tiempo de duración del velorio ni de la ubicación del cuerpo en el cementerio. Seamos conscientes y tratemos de no alimentar el negocio de la muerte.