Revista América Latina

El negoción de la libertad

Publicado el 09 noviembre 2015 por Jmartoranoster

Carola Chávez.

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Vivir el Miami es el sueño dorado de la clase media venezolana, pero no es cosa fácil, las Ley de Inmigración es jodida. Lo bueno es que los gringos son gafos, dicen, y ahí empieza el negoción: darle la vuelta a la ley sin que se note mucho y voilà!
Con la llegada de la Revolución Bolivariana este business amplió su espectro ofreciendo a los venezolanos la novísima opción del asilo político. Es facilito -decía uno que preparaba su partida- el abogado me dijo que le cayera a tiros a mi carro y que alegara que fueron los esbirros de la Guardia Nacional. Supe luego que, a pesar del carro tiroteado, al bolsa le negaron el asilo, eso sí, su abogado ya le había quitado un realero con carácter “indevolvible”.
“¿Vivir Miami? Tramitamos tu asilo”. -Así se anuncian en webs antichavistas, neurotizantes, SOS Venezuela, help me please!. Disfrazados de ONG’s, estos cerebros fugados gritan desde El Doral ¡Maduro vete ya!, y te invitan, de paso, a irte demasiado. Tranquilo, que nosotros resolvemos. Deposita aquí.
Los gringos son gafos hasta que te atrapan. Esto lo descubrió la directora de la ONG del exilio “Todos por Venezuela”, cuando el gran jurado la acusó en la corte de “conspirar, entre 2005 y 2014, preparando solicitudes de inmigración fraudulentas para alentar e inducir a extranjeros a entrar y residir en los EEUU, violando los requisitos de la Ley de Inmigración”. Es decir, que le metía a gato por liebre al gobierno gringo: perseguidos que nadie perseguía, carros tiroteados por sus propios dueños aspirantes al American Dream.
En libertad bajo fianza, a esta “activista del exilio venezolano” quien también fuera, en 2009, coordinadora legal del Comando ¡No es no!, -ese era su cargo, aunque dé mucha risa-, le pusieron un brazalete electrónico en el tobillo para evitar su fuga, “la cual no aceptó”.
Y es que una luchadora por la libertad no puede terminar presa en el país de la ídem, así que, aferrada a sus convicciones, decidió huir a Venezuela, ese país que se cae a pedazos, donde se supone que su vida está amenazada por la dictadura hurribli que la hizo huir en primer lugar.
No te vistas que no vas, le dijeron los agentes mientras la esposaban, ahí, en el aeropuerto de Miami, justo cuando iba a abordar el vuelo que la llevaría a la libertad de la dictadura, o algo así.


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