Hace unos quince días apareció un artículo dedicado a Noam Chomsky en la versión digital del periódico colombiano El espectador. Chomsky es un lingüista, filósofo y activista estadounidense que, en su momento, revolucionó el campo de la lingüística con sus concepciones sobre gramática generativa, que atacaban ideas clásicas que mantenía el estructuralismo y el pensamiento conductista —si te interesa su aportación profesional, puedes visitar su artículo en Wikipedia. En su papel como activista ha hablado, a menudo, sobre conceptos como la libertad de expresión, el neoliberalismo o la globalización y, de igual modo, del papel que las universidades tienen a nivel colectivo.
El artículo en sí no lo encontré en Menéame, ni apareció en Feedreader, sino que vino hacia mí en forma de panfleto fotocopiado, lo que resultó una sorpresa grata, porque si bien es un texto duro, parecía afirmar que todavía hay muchísima gente dispuesta a luchar por derechos que no hace mucho no lo eran y los cuales, si todo sigue el mismo curso, quizá vuelvan allí donde nuestros padres o abuelos los rescataron o redescubrieron.
El escrito empieza así:
Contratos inestables, profesores temporales, flexibilización laboral, sobrecarga de trabajo, salarios injustos, escasa participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones, aumento de puestos administrativos y burocráticos, autoritarismo y exclusión, jóvenes sometidos a la presión de los créditos y las deudas, cursos superfluos, precios cada vez elevados, estudiantes que se limitan a tomar apuntes y a recitarlos de manera literal a la hora de la evaluación.
Il est interdit d’interdire, es decir, “Prohibido prohibir”. Uno de los eslóganes del mayo francés.
Desde la perspectiva de Chomsky, todo esto sucede cuando las universidades se convierten en empresas; cuando pervierten su naturaleza y enfocan tanto sus competencias como su estructura hacia el mercado. Este cariz funcionalista no solo crea dinámicas autoritarias en el seno de la universidad, comentó el filósofo, sino que también devalúa la calidad de la enseñanza.
El artículo completo puede leerse en el siguiente enlace: “El neoliberalismo tomó por asalto a las universidades: Noam Chomsky”, pero como parte de la comunidad universitaria durante varios (y buenos) años, me gustaría destacar las apreciaciones siguientes:
1. La estabilidad laboral de los profesores pende de un hilo
Es la reproducción de la lógica que rige el mundo de los negocios [...]. Los profesores [...] se convierten en trabajadores temporales, sobrecargados de tareas, con salarios baratos, sometidos a las burocracias administrativas y a los eternos concursos por conseguir una plaza permanente.
2. No crece el número de profesores, tampoco lo hace el de estudiantes, pero existe un acelerado aumento de “estratos administrativos y burocráticos”
En otras palabras, aquellas piezas que, por regla general, se asemejan a la industria privada y cuyos fines y utilidad son, como mínimo, velados: el artículo cita a vicedecanos, asistentes y secretarias que engrosan esos puestos intermedios.
3. Los créditos de estudio sirven para adoctrinar a los estudiantes
Chomsky ve una trampa de largo alcance en los créditos que financian las carreras, puesto que los universitarios americanos centran todos sus esfuerzos, primero, en el estudio y, después, en la devolución de la deuda; esta “carga” obliga a ignorar o desatender otros asuntos relacionados con la institución universitaria.
4. Otras ideas que valdría la pena comentar:
- Otra técnica de adoctrinamiento es la ausencia de vínculos profundos entre los docentes y los estudiantes.
- Debemos promover una institución democrática en la que la comunidad participe en la determinación de la naturaleza de la universidad y su funcionamiento.
- La educación, de cualquier nivel, debe hacer todo lo posible para que los estudiantes adquieran la capacidad de inquirir, crear, innovar y desafiar.
Si bien existen otra serie de problemáticas anexas y derivadas, por ejemplo, la sobrecualificación (horrible palabra) o el elevado porcentaje de estudiantes universitarios, que deben entenderse en relación a la oferta del mercado, la falta de capacidad crítica, la privatización de la universidad y el gran número de opciones que gobiernos como el español están eliminando, parece demostrar que el sector financiero no solo controlará la política y la economía a nivel global, sino que reductos como el conocimiento también se están terminando de prostituir a favor del capital. ¿Un discurso demasiado marxista? El tiempo lo dirá.
Fuente: http://enpositivo.com/