Revista Sociedad

El New Deal de Podemos

Publicado el 29 noviembre 2014 por Abel Ros

El New Deal de Podemos sería la panacea para salir de la crisis, si no estuviéramos en Europa y volviéramos a la peseta


El New Deal de Podemos
os veces por semana, Manolo imparte un taller de "alfabetización económica" en el barrio de Vallecas. Sus alumnos son jóvenes de entre 65 y 85 años con inquietudes intelectuales. Son jóvenes, les decía, porque a pesar de sus edades prefieren estudiar a Keynes y el "Flujo Circular de la Renta", que jugar a las cartas en la taberna de Gregorio. El objetivo de las clases no es que los discípulos salgan doctores en la materia, ni siquiera que le hagan sombra Krugman, sino que comprendan la lógica de los fenómenos económicos. Aunque sea un curso de iniciación, el alumnado no parte del kilómetro cero sino que saben de que se habla cuando su profesor nombra el gasto, los ingresos, la deuda, las compras y las ventas. Lo saben, cierto, porque a lo largo de sus vidas han tenido que gestionar su propia casa; y la Oikos Nomos – etimología de la palabra economía – no es otra cosa que el arte de administrar el patrimonio. Al fin y al cabo, gastar diez euros del bolsillo – por poner un ejemplo – es una decisión económica. Lo es, les decía, porque nuestras necesidades de compra son – virtualmente – infinitas y los recursos con los que contamos escasos; luego tenemos que pensar con acierto qué compramos y a qué renunciamos. Pues bien, tales decisiones, que todos aprendemos desde niños, son similares a las que toma el Gobierno cuando administra su casa – la nuestra -, la suma de todas las economías domésticas. Hoy, la clase versa sobre política económica. Una clase interesante, si tenemos en cuenta que hace pocos días se ha presentado el planteamiento económico de Podemos.

Los sistemas económicos – en palabras de Manolo – son el conjunto de soluciones a los problemas sobre orientación, organización y distribución de la producción. Responden a las cuestiones: qué, cómo y para quién producir. Mientras Adam Smith - precursor de la Escuela Clásica – defendía que el Estado es un problema para los mercados, Maynard Keynes, por su parte, defendía la intervención del Estado como solución a los problemas del mercado. Es, precisamente, este debate sobre la dosis de intervencionismo estatal en la economía, el que ha separado a neoliberales y socialdemócratas desde los tiempos de la Bastilla. En tiempos de bonanza económica – en palabras del maestro – es necesario aplicar medidas contractivas. Medidas consistentes en restricciones del gasto público y aumentos de los impuestos progresivos. Aumentos de los tributos, cierto, como estabilizadores automáticos para frenar los brotes inflacionistas y, por tanto, la pérdida de valor adquisitivo de las monedas circulantes. En tiempos de recesión y crisis económica son recomendables medidas expansivas. Medidas consistentes en aumentos del gasto – consumo e inversiones públicas, transferencias e intereses de deuda pública – y bajada de impuestos para estimular la demanda agregada. En resumen, soluciones keynesianas para los tiempos pesimistas y clásicas para las coyunturas favorables. 

Esta diferencia entre políticas expansivas y contractivas ha gozado, desde los tiempos olvidados, de un alto consenso entre la comunidad económica. Tanto es así, que a lo largo de la historia, las crisis económicas del siglo XX – desde el crack del 29 hasta la España de Felipe – han sido solucionadas mediante medidas keynesianas. Medidas populistas – en el sentido peyorativo del término – pero, al fin y al cabo, eficaces para corregir los fallos del mercado. El New Deal - nuevo trato -, valga el ejemplo, sirvió como remedio expansivo para curar las heridas de la especulación y el derroche de los felices años veinte.  Gracias a tales medidas – muy similares al plan económico planteado por Podemos -, cocinadas por los "Brains Trust" – los Pablo Iglesias, Monederos y Errejones del momento -, sirvieron para recuperar la senda del crecimiento y sacar del atolladero a Estados Unidos. El New Deal fue financiado mediante los impuestos. Impuestos procedentes de las rentas del trabajo; medida inteligente para no recurrir a grandes emisiones de deuda pública y engrosar más el déficit. Así, de ese modo, mediante medidas expansivas, Roosevelt estimuló la demanda y corroboró las hipótesis planteadas en los Ensayos en persuasión, del maestro Keynes.

A pesar de haber llovido mucho desde aquel entonces, la crisis económica que azota a España desde el año 2008 tiene grandes paralelismos con el crack del 29. Tiene paralelismos, cierto, porque sendos escenarios están construidos por los mimbres de la especulación y el despilfarro. 

La crisis económica que azota a España desde el año 2008 tiene paralelismos con el crack del 29

La gran diferencia entre la Gran Depresión – la crisis americana – y la nuestra – la española – reside en el contraste de soluciones. Mientras en la primera se tomaron medidas expansivas – tal y como le explicaba Manolo a sus alumnos de Vallecas – ; en la segunda – la nuestra – se han tomado remedios contractivos. Remedios neoliberales – les decía – basados en disminuciones del gasto público y subidas de impuestos. Un sinsentido económico, si tenemos en cuenta que más impuestos implican menos poder adquisitivo para la clase media, la clase que más compra. Y, menos gasto público supone la perpetuación de los fallos del mercado y, por tanto, la cronificación del desempleo. Tales medidas – e-qui-vo-ca-das – solo se explican por la ilógica de Europa. No olvidemos que la Unión Europea surgió en momentos de bonanza económica, sin ninguna previsión sobre futuras crisis económicas. Así las cosas, el cumplimiento de los criterios de convergencia ata de pies y a manos a los Estados miembros. Estados, como España, que no pueden aumentar el gasto público a su libre albedrío porque ello supone incurrir en déficits intolerables para los ojos merkelianos. Aumentar el déficit implica ser sancionados por la troika y caer en los precipicios de Grecia; un país periférico, endeudado hasta el hastío, dependiente de Alemania, y con el temor crónico a ser expulsado del chiringuito. Por ello, estimados lectores y lectoras, el New Deal de Podemos sería la panacea para salir de la crisis, si no estuviéramos en Europa y volviéramos a la peseta. 

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