Casi todos los niños muerden en algún momento durante los tres primeros años de la vida. Por ejemplo, el 50 % de los niños pequeños en las guarderías son mordidos tres veces cada año. Las mordeduras constituyen el 6 °/o de las lesiones de los niños y el 3 % de las niñas en las guarderías. Como sucede con la mayoría de los comportamientos agresivos, es más probable que los que muerdan sean niños que niñas. El primer pico, en el momento de la erupción de los dientes; el segundo, ocurre alrededor de los 8-12 meses, cuando los niños muerden como expresión de excitación. A los 2 años, sus limitadas capacidades en la expresión verbal, su inexperiencia y su escasa capacidad manipulativa hacen que tenga frecuentes "enfados o arrebatos" cuando están con otras personas para expresar expresar su enfado o frustración. La mayoría de los niños aprenden a morder jugando con sus padres, pero es muy importante interrumpir esta conducta primitiva desde el primer momento. Hay que imponer desde el primer momento unas reglas claras:
- El mejor momento para impedir el inicio de la costumbre de morder se convierta en un hábito es cuando se produce por primera vez
- Nunca "juegue" a morder ni siquiera simulando a un animal querido
- Establecer una norma. "No se debe morder las personas" con una explicación corta y simple "morder hace daño"
- Si le ha mordido a usted no le muerda a él para enseñarle que hacer eso duele
- Si muerde tendrá un castigo previamente estipulado