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El niño que odiaba a los reyes magos

Publicado el 17 noviembre 2015 por Confiesa
     A Jordi le había quedado claro desde niño que los Reyes Magos no eran  de fiar. En su primera carta pidió muchas cosas, se acostó pronto, le dijo a su hermano Àngel que les iban a traer muchos regalos  ante la cara de incredulidad de éste, y por la mañana junto a un árbol de plástico había un jersey azul y unas zapatillas de deporte sin marca.-Jo volia una pilota amb l’escut del Barça i no pas un jersei i unes sabatilles del col.legi     El año siguiente  fue peor. Tal vez porque lo veían ir  al colegio con una mochila vieja  alguien se lo dijo a Baltasar, o realmente porque los Reyes lo ven todo, le trajeron una nueva, pero ni siquiera con el escudo del Barça como él quería, sino con un personaje de una serie de dibujos que el año anterior le había gustado.

     Una tarde, escuchó a su padre  hablando con un amigo. Le decía que odiaba las fiestas de Navidad desde la muerte de Àngela, precisamente en esos días en los que todos se deseaban feliz Año Nuevo, y que desde entonces ningún año, ni nuevo ni viejo había vuelto a ser feliz, y que no le apetecía ni ir de compras con los niños, ni  siquiera ayudarles con la carta.     Jordi se fue a su cuarto llorando, y  no pudo oir cómo su padre decía que adoraba a sus hijos, que se sentía culpable, que desde el accidente en el que su mujer murió no tenía fuerzas para seguir viviendo, que no podía  trabajar y que con su pensión de invalidez no podía permitirse ningún lujo y sobre todo  que  se sentía un padre horrible, aunque también le confesó que hacía cuatro meses que no probaba el alcohol.     Que sabía que Jordi jugaba bastante bien al fútbol, pero que era imposible pagarle un campus para que aprendiera en verano y reconoció que le daba vergüenza mendigarle al concejal para que lo admitiera en la escuela deportiva sin pagar los gastos.     Aquella tarde, su padre, cuando Jordi no lo podía escuchar, le contó a ese viejo amigo(el único que le quedaba) que de niño a él la fiesta de Reyes (allí en su Almendralejo natal) le encantaba.      Que sus padres preparaban unos días antes de Navidad un Belén, modesto pero entrañable, que cada día él y sus hermanos avanzaban aquellas figuritas de los reyes hasta que el día 5 se quedaban en el mismo Portal de Belén, y que esa noche preparaban turrón y unas copitas de licor para los reyes y pajes , y sobre todo, un cubo de agua para los camellos, y que él, cuando Àngel tenía 4 años, también lo hizo, y que sonrió cuando su hijopreguntó que cómo iban a subir al cuarto piso los camellos si no tenían ascensor.     Pero de todo esto, Jordi no sabía nada. Porque él no recordaba ninguna Navidad feliz, ningún regalo, ninguna fiesta, solo tristeza y malas caras.A veces, su tío Gerard les compraba el “Tió” el 8 de Diciembre, y les recordaba quehabía que alimentarlo y solía acompañarles a la cabalgata de Reyes .     Este año Jordi quería una camiseta de Piqué, aunque sabía que no le traerían nada de lo que pidiera. Aún así fue con su tío a unos grandes almacenes y  se acercó a darle la carta al paje que había en la puerta, se sentó a su lado y se lo contó todo: que su papá lloraba mucho en estas fiestas, que nunca le traían nada salvo ropa, que su papá no podía trabajar desde el accidente cuando su mamá se fue al cielo, que la echaba de menos, que él , que era del Barça, y que se portaba bien quería una camiseta, si pudiera ser, la de Piqué, y que cada noche, al rezarle a los 4 angelitos de su cama, también les pedía que su padre fuera feliz, que volviera a quererles, que sonriera de vez en cuando, y si podía ser, que los Reyes le hicieran caso alguna vez.     Le contó al paje que le encantaba jugar al fútbol de defensa, y que en el pueblo había una escuela para los pequeños pero que su papá no tenía dinero y no podía comprarle la camiseta ni las botas, ni nada porque su papá no trabajaba.     A veces, los mensajes que les enviamos a los ángeles les llegan, aunque sea a través de un tercero. Y en esta ocasión el mensaje de Jordi llegó gracias a  Roberto, un  empleado de Telefónica que cada año desde hacía tiempo, se disfrazaba de paje durante 3 días y con los 200 euros que cobraba, intentaba hacer feliz a dos niños de entre aquellos que le entregaban las cartas comprándoles los regalos que ellos nunca hubieran recibido. Averiguaba el domicilio preguntándoles el teléfono y luego se las arreglaba para ir a su casa y ponerse de acuerdo con un vecino o fingir una avería del teléfono o una revisión. Y a veces, coincide que uno de esos ángeles, esamigo de alguien, que conoce a un tipo y ……     Habían pasado 11 años. Jordi nunca olvidó aquella noche de Reyes del 2014. Cuando por la mañana, casi sin ánimo se levantó y vio a su hermano con cara de sorpresa, con aquella caja grande con un lazo enorme con su nombre. Y aun hoy sonreía al verse de nuevo abriendo aquella caja,enredándose con el lazo y sus lágrimas cuando vio lacamiseta de Piqué, firmada por el jugador. Y cómo lloró de alegría cuando Ángel,ante la sonrisa cómplice de su padre le leía:vale por uncursillo en el campus que el F.C.Barcelona realizará en la localidad de Barcelona entre los días ….     Pasaron años antes de llegar a conocer a aquella persona, , y le contó que era amigo del amigo de un amigo de…Piqué, esas cosas que a veces montan los ángeles desde elcielo para que las cosas salgan como deben y a las que nosotros, como no somoscapaces de entenderlas, las llamamos casualidades.     Hacía escasamente un mes que le dieron la triste noticia. Su amigo, el empleado de Telefónica, el paje de las Navidades, el que le compró aquella camiseta y consiguió que Piqué le pagara el cursillo, ya no estaba con nosotros. Una cruel enfermedad se lo había llevado. No dejaba familia pero había dejado un reguero de cariño, en muchos de los casos un cariño anónimo, de quien ha dado tanto sin esperar nada.     Ahora, acabando 2025, con 17 años recién cumplidos, subía las escaleras escuchando los acordes del himno del Barça:Tot el camp …. Som la gent balugrana… y el público que gritaba “a capela” el BARÇA, BARÇA, BAAAAAARÇA.     El míster se acercó y le dijo al oído: Jordi, tranquil. Ho farás molt bé. Gaudeix del partit. T’ho mereixes, i ho saps. Vinga.
     Al acabar un periodista le preguntó a quién había dedicado su primer gol en el Barça cuando levantó los brazos al cielo, cuando señaló con su dedo hacia arriba, y Jordi no dudó:-Se lo he dedicado a mi madre, a quien apenas pude conocer, y a  un ángel, que desde  allí arriba me vigila, un ángel que movió los hilos para que yo estuviera aquí.      El periodista no sabía de quién hablaba y Jordi tampoco quería dar demasiadas explicaciones, quería volver a casa y no le apetecía que lo vieran llorando en su debut.     En el estadi,  su padre también lloraba, y una mujer a su lado le agarraba de la mano.     A su izquierda Àngel y Mercè, su novia, se abrazaban sonrientes.     Lo esperarían a la salida. Había que celebrar el debut con el primer equipo, cenarían  los 5 en un pequeño restaurante de l’Eixample.     Y al llegar a casa querían volver, un año más, a montar el Belén como en el pueblo.      Y no se les podía olvidar escribir las cartas.  Ya era casi Navidad.



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