Revista Cultura y Ocio

EL NIÑO QUE SE ENOJABA POR TODO - Cuento corto

Por Dashira

Adán, era un niño, que se enfadaba por todo. Se enfadaba cuando no quería irse a dormir, cuando le controlaban las horas, de jugar a los videojuegos, se enfadaba cuando no le daban las cosas que él quería…

Cuando Adán se enfadaba, chillaba, daba portazos, pegaba puñetazos a la pared, rompía y tiraba cosas al suelo.

En el colegio, se metía en peleas, por sus frecuentes enfados.

EL NIÑO QUE SE ENOJABA POR TODO - Cuento corto

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La madre, siempre le explicaba, que cuando ella se enfadaba no insultaba, no gritaba ni agredía a nadie,pero a Adán le daba igual los consejos de su madre.

Como Adán no sabía controlar sus frecuentes enfados, la madre le propuso un juego:

_ ¿Hijo podemos jugar al semáforo?

_ ¿Qué juego es esa mamá? _ preguntó Adán viendo la tele, en su habitación muy enfadado.

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_ Es un juego que te ayudará a controlar tus emociones _ explicó la madre.

_ ¡Mmmm! ¡No sé…, creo que será aburrido! _ dedujo Adam.

Pero la madre, con palabras dulces, logró convencerle. Se sentaron en el suelo con unas cartulinas e hicieron, varios semáforos. Luego los pegaron en la habitación, en el salón, en la cocina y en el baño.

Desde ese momento, cuando la madre le decía, que ya era hora de parar de jugar a los videojuegos Adán se enfadaba, pero seguidamente leía el semáforo de su habitación que decía:

_ ROJO. Para, no explotes de enfado.

Luego cuando iba al baño y se había terminado el papel de baño, Adán se enfadaba, pero leía el semáforo que decía:

_ AMARILLO. Piensa qué puedes hacer para solucionar lo que pasa.

También cuando entraba en la cocina y encontraba a su madre preparándole una comida que no era su favorita, Adán se enfadaba, pero leía el semáforo que decía:

_ VERDE. Actúa sin gritar ni chillar.

Con el juego del semáforo cada día Adam iba aprendiendo a controlar sus emociones y recuperando los amigos que había perdido por sus frecuentes enfados.

Autora: María Abreu

El que tarda en airarse es grande de entendimiento. Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. (Proverbios 14:29)


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