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El Niño, un thriller de altos vuelos

Publicado el 29 agosto 2014 por Lo Que El Cine Se Llevó @elcinesellevo

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Cuando uno es casi acosado con tanta publicidad de un determinado producto, las expectativas terminan siendo bastante altas.Y en el caso del cine aún más. De sobra es conocida la facilidad de Telecinco para promocionar las películas en las que ha participado. Sirvan como ejemplo Celda 211, Lo Imposible o la reciente Ocho apellidos vascos. El éxito de las tres en taquilla fue incuestionable y su calidad convenció –en unos casos más que en otros- a una gran mayoría. En el caso de El Niño, el marketing lleva funcionando muchas semanas en la Tv, lo que unido a la gran acogida que tuvo Celda 211, hacían casi obligatorio que la película cumpliera con creces. Ahora nos meteremos en harina, pero a grandes rasgos, podemos decir que la nueva película de Daniel Monzón cumple seriamente con su cometido.

El film empieza en el puerto, desde lo alto de una grúa pórtico, para continuar con una persecución por carretera. Sin duda, toda una declaración de intenciones. Los 30 minutos del inicio tienen bastante ritmo e introducen con mucha habilidad a los personajes y sus diferentes tramas. En este tiempo vemos la persecución nocturna del helicóptero y la lancha. Monzón demuestra bastante pericia colocando la cámara y hay que reconocer que hay planos bastante llamativos.

A continuación el film transita por caminos más cotidianos, el ritmo baja, aparece el romance y la historia avanza con pausa. En el caso del romance hay que decir que Monzón acierta no enredándose mucho. Era esperable ver a la guapa pareja protagonista mostrando su amor, pero lo hace de manera rápida y con una excusa argumental aceptable. Otro acierto del director mallorquín es a la hora de transmitir lo que acontece a diario en el estrecho. Las localizaciones y los escenarios son perfectos, los personajes están bien construidos, los diferentes problemas de unos y otros quedan muy bien reflejados y las diferentes subtramas se entremezclan con bastante efectividad.

En este sentido hay que quitarse el sombrero porque la producción es excelente. Si nos ponemos muy exigentes, podríamos decir que la última persecución por tierra podía haber sido más espectacular pero la verdad es que no es nada despreciable. Y se lo pedimos, porque la segunda persecución del pájaro –así llaman al helicóptero- y la lancha, es trepidante y frenética. Si el niño se enfada, Tosar no se acobarda y responde a su estilo. El sonido acelera cada vez más el ritmo cardíaco, los planos aéreos son una constante, pero si la cámara tiene que angustiar para finalizar la secuencia, pues lo hace. Brillante, no hay tiempo ni para parpadear.

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En cuanto a la faceta interpretativa se refiere, Jesús Castro y Meriem Bachier son las caras bonitas del film, y cumplen –aunque no llegan a brillar- en lo que supone su debut en el cine. Ambos tienen carisma y algún buen momento, pero el hecho de no ser actores profesionales se nota un poco. No así en Jesús Carroza, de largo, la mejor actuación de la película. Su jeta, su desparpajo y su humor, son desbordantes.

Luis Tosar pasa de preso a policía, y soluciona la papeleta con bastante solvencia. Sergi López y Eduard Fernández hacen gala de su experiencia y sus interpretaciones resultan muy serias. Por último destacar la testimonial aparición -no abre la boca ni una sola vez- de Ian McShane.

Es lógico que en un segundo visionado, o en el primero si es por Tv –insisto en el gran factor del sonido en una sala de cine- la calidad de la película podría bajar un peldaño. ¿Sí se podría haber contado lo mismo en menos minutos? Pues quizás se podía haber acortado un poco la película en su tramo medio, pero el metraje no se hace pesado y menos aún cuando en el tramo final el ritmo vuelve a subir. También es cierto que no hay un personaje con la fuerza de Malamadre, o que la película no deja una huella sentimental -más allá de Malamadre, tampoco fue muy grande la que dejó Celda 211- pero no se puede negar la contundencia y el poderío visual del que Monzón hace gala con su cine.

El Niño es un thriller, no un drama. Aquí no hay sentimientos, hay realidad. Policías, narcotraficantes, persecuciones, cocaína en contenedores, corrupción, misería, el sueño por una vida mejor y todo ello focalizado en el feroz enfrentamiento de una lancha y un helicóptero en 16 Km de aguas.


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