A la muerte se le toma de frente, con valor y después se le invita a una copa.
Edgar Allan Poe
- Mónica Soldevila -
Es complicado explicar al niño el concepto de la muerte, ya que se trata de un término abstracto y complejo. Por esta razón, con frecuencia, su comprensión depende de aspectos como la cultura, la educación, la sociedad, o la religión. Asimismo, también están implicados aspectos emocionales.
Al hablar a un niño sobre la muerte de un ser querido, debemos expresar pena y tristeza puesto que se trata de una reacción sana y normal. Es importante explicarle que todos nos sentimos tristes ante la muerte de un familiar o un amigo.
El niño debe saber que la muerte causa dolor para aprender a valorar la vida y ser capaz de expresar su dolor cuando llegue el momento. Si hablamos de la muerte sin apenarnos, aunque sea para evitarle el sufrimiento, podemos transmitirle al niño la idea de que la persona fallecida no era importante y que no la vamos a echar de menos.
Cuando un niño se enfrenta por primera vez a la idea de la muerte, lo que en realidad le preocupa es la muerte de sus propios padres. Teme quedarse solo.
La realidad de la muerte de un ser querido es difícil de aceptar para los adolescentes y los adultos. En un niño, este sentimiento es muy distinto puesto que existe en él un pensamiento mágico y egocéntrico. Un niño menor de 5 años no puede entender 3 características fundamentales de la muerte:
- Que es irreversible, definitiva y permanente.
- Que quien muere ya no existe más.
- Que es universal (nos pasará a todos).
Estas creencias vienen en parte reforzadas por las series de dibujos animados, en las que los personajes mueren y vuelven a vivir una y otra vez.
Por otra razón sienten la muerte como un estado temporal, igual que dormir o marcharse. Creen que podrán seguir viendo o escuchando a la persona fallecida o que ellos o sus padres nunca van a morir.
Se considera que alrededor de los 5 a 7 años se establece el concepto de muerte, aunque todavía de una forma muy confusa. En este periodo, los niños todavía van a necesitar que se les proporcione información correcta y sencilla, para ir comprendiendo el concepto y además sentirse seguros.
En realidad la muerte solo cobra significado para el niño si alguien conocido, alguien que estaba ahí, desaparece.
Incluso en niños de 4 a 5 años, lo habitual es que tomen conciencia de la muerte el día que alguien muere.
Es entonces cuando el niño reacciona y esta reacción la expresará a través de preguntar a sus padres. Seguramente no parará de hacer preguntas durante un tiempo.
-¿Por qué muere la gente?
-¿Por qué no le ha curado el médico?
-¿Dónde está ahora?
-¿Cuándo morirás tú?
-¿Cuándo moriré yo?
La curiosidad de nuestros hijos acerca de la muerte resulta difícil de manejar ya que el niño intenta comprender un concepto abstracto en términos muy concretos. Quiere saber cosas muy concretas acerca de la muerte. Al recibir respuestas se pone muy ansioso porque está preocupado por el tema en relación a su propia persona.
Cuando esto ocurre lo mejor es responder a sus preguntas aunque tengamos la tentación de evitarlas. Piensa que tu hijo necesita hablar del tema.
Si nos pregunta: -¿cuándo morirás? – la respuesta más apropiada sería: “No moriré hasta dentro de mucho, mucho… mucho tiempo”. No negaremos que ocurrirá pero le transmitiremos la idea de que nuestra muerte no está prevista para un futuro inmediato.
Si tenemos creencias religiosas podemos abordar sus preguntas desde el punto de vista religioso.
El niño puede utilizar las palabras muerte, matar, o muerto antes de comprender su significado. Por ejemplo cuando juega con una pistola de juguete y dice: -Voy a matarte… bang-. Puede que luego te diga: -Ahora me matas tú a mi-. Lo que demuestra que carece del concepto de muerte.
A continuación os dejo un cuento para poner a los niños: