Revista Historia
Por Iván Herrera Michel
Comencemos aclarando que el nivel en la albañilería es un instrumento de control y no una herramienta, utilizado para verificar la horizontalidad de los trabajos, que es algo muy distinto.
Al pasar el nivel a la Masonería Moderna entre los utensilios morales de construcción, vino a simbolizar la igualdad absoluta entre Masones por encima de cualquier particularidad personal, ya sea esta Masónica o no, así como el deber de trabajar en la construcción de un mundo más igualitario.
A grandes rasgos, estas dos convocatorias las podemos describir así:
a) La Igualdad de los Masones: En un Taller, los Obreros de la construcción poseen la característica de ser todos iguales sin distingos de ninguna clase, privilegios ni prerrogativas jerárquicas con respecto a la construcción colectiva. Todo Masón tiene derecho a la igualdad, como algo inherente a su dignidad humana, que es algo que no varía en virtud de su Iniciación Masónica.
Una Logia Masónica solo tiene un líder, que es el Venerable Maestro, y, bajo su dirección, dos coordinadores de la labor de las Columnas, que son el Primer y el Segundo Vigilante, quienes tampoco dejan de ser unos más entre sus iguales, por el hecho de tutelar la labor de los Obreros a su cargo. El punto aquí, es que sus jerarquías sólo son funcionales y no personales.
Las veleidades monárquicas, dictatoriales o absolutistas, son proscritas en el método Masónico en aras de la calidad de “Primo Inter Pares” del V.·. M.·. Bajo ningún pretexto se puede pretender una jerarquía de clases al interior de la Orden.
Por lo tanto, los Grados alcanzados en la vida Masónica no deben ser considerados como contrarios al derecho a la igualdad entre HH.·., sino asumidos a partir de un criterio de disposición Iniciática que no impone superioridad ni subordinación frente a ningún otro Masón. Esos Grados, en el mejor de los casos, solo pueden ser interpretados como indicadores personales del calado personal de los referentes Masónicos.
b) La Búsqueda de un Mundo más Igualitario: Quizás la misión más importante de la Masonería, y la que mejor ha llevado a cabo a lo largo de sus tres siglos de querer “unir lo que está disperso”, es la del combate a favor de crear las condiciones necesarias para una humanidad más horizontal igualdad en sus condiciones de vida y en sus oportunidades.
Es una realidad evidente, que a los más de 7.000 millones de personas que actualmente habitamos el planeta nos distinguen múltiples diferencias físicas, de personalidad y de temperamento. Y estas asimetrías naturales se observan aún entre gemelos monocigóticos originados a partir de un mismo óvulo y un mismo espermatozoide que han sido criados juntos.
No obstante, no es a zanjar estas desigualdades naturales a lo que nos convoca la Masonería con el simbolismo del nivel, sino a las que generan el poco o ningún acceso de todos los seres humanos al ejercicio de unos mismos derechos y al disfrute de unos mismos beneficios, y, como diría la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Cuestiones como la erradicación de la pobreza, la mejor distribución del ingreso, el acceso universal a la educación y a la salud, la paridad social, la igualdad frente a la Ley, la justicia distributiva, el equilibrio en las relaciones internacionales, y el sufragio universal, entre muchos otros temas de equidad, siempre han estado relacionados con los sistemas de valores que defiende la Masonería, así como con el simbolismo Masónico de aprender a controlar nuestros trabajos con un nivel.
Una prueba de ello, es que la sociedad en general los identifica con el modo de pensar de los Masones.
Fuente: PIDO LA PALABRA