El no por conocer es peor

Pedro Sánchez ha vuelto de sus vacaciones playeras con la decisión más que definitiva de decirle no a un gobierno de Mariano Rajoy en las dos votaciones parlamentarias tras el intento de investidura al que presumiblemente se presentará.

Hay algo que nadie puede negarle a Sánchez, y es su capacidad para decir no y de regodearse en él: su carrera política se basa en los noes.

Lo aclararon los suyos, llamándoles estúpidos a Rajoy y al PP al preguntarles qué parte de su no no entendían.

Mister No debe seguir con su no, porque si después algún socialista se abstiene tras tanta insistencia en la negación, nadie le creería ni una verdad ni una mentira más en su vida.

Habría devastado así su ansiosa carrera política, bastante quebrada por tanta insistencia en no negociar, ni discutir sobre qué necesita el país.

Ni un proyecto fuera de un difuso federalismo, ni una idea positiva. Su único programa es la ira que se manifiesta anunciando que destruirá y derogará como Leviatán todo lo anterior, incluyendo la reforma constitucional del Artículo 135 que defendió entusiásticamente apoyando a Zapatero en 2011.

Derogará la reforma laboral del PP, pero no da ni una idea de cómo reemplazarla, también la llamada ley mordaza, mucho más suave que las de orden público británicas, alemanas o francesas, y otras leyes para las que no tiene proyectos sustitutorios.

Pedro Sánchez quiere arrojar todo al vacío, sin discutir lo malo o lo bueno de lo que tiene, el agua del barreño con el bebé que está dentro.

Cuando Rajoy explique en su amago de investidura muchos ciudadanos que votaban izquierda preferirán en Navidades lo malo conocido que quien no tiene ni una idea positiva o ilusionante y sólo el no, no y no por conocer.

Porque estará dispuesto a ser más socialdemócrata de lo que es, tanto que Donald Trump lo acusaría de comunista por seguir ampliando las ayudas sociales como acaba de hacer los 440 euros mensuales a los parados de larga duración.

Y es que la derecha moderada europea que representa Rajoy se ha vuelto tan socialdemócrata que sólo le ha dejado campo a la izquierda para volver al comunismo soviético, o para demoler las viajas creencias y costumbres religiosas judeocristianas.

------

SALAS