Revista Opinión

El Norte de África en pie de guerra

Publicado el 29 enero 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

El norte de África está al rojo vivo. En Túnez, a pesar de que Ben Alí se marchó, siguen las manifestaciones y revueltas para evitar la continuación del régimen existente. El gobierno provisional es contestado en las calles por estar al frente el primer ministro del anterior gabinete, aunque tres ministros del gobierno de Ben Alí se han visto obligados a dimitir por la presión popular. Parece que la revuelta popular sigue avanzando y podría ganar la batalla, aunque todavía la situación está abierta.

Mientras tanto, el fuego se ha extendido a otros países del Magreb, ha habido manifestaciones importantes en Argelia y Mauritania, pero donde más ha prendido la llama ha sido en Egipto, que se encuentra en estos momentos en una situación crítica.

manifestacion-gobierno-Egipto

Egipto está bajo el gobierno de una falsa democracia presidida por el dictador Hosni Mubarak, desde hace treinta años, quien ha nombrado a su hijo para sucederle. La situación económica no difiere de la del resto de países del norte de África. Países donde la mayor parte de la población vive de forma miserable --a pesar de que estos países tienen recursos económicos importante--, bajo el poder déspota de una élite política corrupta.

Lo común de estas rebeliones es que han surgido del clamor popular. La ciudadanía harta de promesas incumplidas ve a sus gobernantes enriquecerse mientras ellos viven en la miseria,

En el caso de Egipto, la situación ahora es grave, el presidente Mubarak ha declarado el estado de excepción y ha sacado --junto a la policía— a la calle el ejército, pero la población sigue en pie, pidiendo la dimisión del presidente y del gobierno y defendiéndose de las fuerzas de orden público.  En este momento, parece que hay, según Amnistía Internacional, ocho muerto, cuatrocientos heridos y mil doscientos detenidos, pero Mubarak no ha podido parar la rebelión. Ante la grave situación, el gobierno egipcio ha cortado las comunicaciones con el exterior, incluido Internet.

Del Magreb sólo se han salvado Marruecos y Libia, aunque ha habido pequeños conatos que han sido apagados. Y en Argelia y Mauritania, hasta ahora, lo sucedido no es grave.

Las dos revoluciones importantes la de Túnez, que parece que ganará, y la de Egipto cuyo fin es una incógnita en este momento, tienen algo en común: la rebelión contra la injusticia y contra una dictadura que les lleva oprimiendo desde décadas. Y tienen una diferencia muy sensible, mientras que en Túnez la rebelión no tiene nexos con grupos islámicos, en Egipto debemos recordar que el segundo partido del país es el de Los Hermanos Musulmanes --islamistas cuyo objetivo tradicional ha sido instaurar un estado islámico en Egipto basado en la sharía y el rechazo a Occidente--, lo que hace que no se sepa la influencia final que podría tener este grupo si ganara la revolución popular.

Un clima de cambio, forzado por los ciudadanos, está convulsionado a estos países y puede extenderse a toda la zona. Salvo que los gobiernos dimitan y evolucionen democráticamente, la situación puede ser difícil de prever. Occidente debe apoyar estas revoluciones y enfrentarse a los que, en otros momentos, han sido aliados por conveniencia. Gobernantes corruptos consentidos por el Primer Mundo en aras de intereses comerciales y geopolíticos.

Es hora de que, de forma definitiva, la Comunidad Internacional reaccione y se coloque al lado derechos humanos y apoye a estos pueblos para que puedan implantar una democracia y logren zafarse de los gobernantes que les han explotado en las últimas décadas.

Salud y República


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