En 2008 la sociedad argentina vio con sus ojos cómo llegó a su punto máximo el monopolio comunicacional más poderoso del país. Tras la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y en buena hora, el Grupo Clarín está perdiendo el poder de colonizar mentes pero se vislumbra la aparición de un nuevo monopolio, tal vez menor, quizás con menos llegada, pero monopolio al fin y el Gobierno es quién lo auspicia.
El indicio para arribar al concepto de nuevo monopolio es el mensaje que se emite por distintos programas y medios de comunicación. El mensaje es el mismo en la TV Pública (especialmente en 678) y en Radio Nacional. Para peor, exactamente se repite el mismo discurso en medios de comunicación privados como Radio Continental (con La Mañana con Víctor Hugo Morales), Canal 9 (con TVR y Duro de Domar al igual que 678 son producidos por PPT) y en la nueva señal de noticias CN23, en diarios privados como Página 12 y Tiempo Argentino y en la Agencia Nacional de Noticias TELAM. Todos los medios anteriormente mencionados hablan de lo mismo. Y ese es el error. Porque, en última instancia, precisamente la repetición hasta el hartazgo era una de las principales críticas a Clarín y sus medios concentrados. Según los críticos (y con razón) el discurso es repetido varias veces por todas las señales de la propiedad de la empresa para que quede impregnado como verdadero. "Miente, miente, miente que algo quedará, mientras más grande sea una mentira más gente la creerá, dijo el ministro de la propaganda Nazi, Joseph Goebbels. La cita sirve no para encasillarlos dentro del nazismo sino para analizar cómo si el discurso en retransmitido varias veces y por diferentes canales termina siendo verosímil para el público. La diferencia entre el viejo pero vigente y el nuevo y en busca de adherentes es que uno es privado y el otro sienta sus bases y sus discursos más duros en el Estado. Pero además utiliza espacios privados para desarrollar y afianzar su mensaje. Aquí no se pone en discusión cómo Clarín consiguió ser lo que fue (porque, por ejemplo fue Néstor Kirchner le concedió la fusión de Multicanal y Cablevisión). Lo que debería comenzar a discutirse es la implementación de estos espacios comunicacionales en servicio del gobierno Nacional. Eso que tanto criticaron desde los intelectuales hasta los periodistas que dicen defender el modelo nacional y popular ahora lo están imitando. Diarios, Canales de TV y programación de radio apostada para contra restrar el discurso crítico. Quizás uno de los errores más notorios es no dejar espacio para, precisamente, los que tienen posturas encontradas con el gobierno Nacional. Mal o bien en los programas del grupo Clarín se invitan a políticos de la mayoría de las fuerzas políticas que tienen representación popular en Argentina. En contra partida, hace tiempo que en 678 (abanderado del mensaje comunicacional del gobierno Nacional) no se escucha una voz disidente y para, empeorar la situación, se ataca a colegas de otros medios por criticar o simplemente no apoyar las medidas del gobierno de Cristina Fernández.Cualquier monopolio es malo. Sea privado o público. O como en este caso una mezcla de ambos sectores. Lo peor que le puede pasar a la opinión pública es salir de un monopolio para entrar en otro. El espacio de los medios públicos (Radio Nacional y TV Pública) no deberían ser coptados por los gobiernos de turnos para propagandear su gestión.