Revista Insólito

El nuevo opio del pueblo

Publicado el 17 junio 2019 por Jmartinez2019
En la segunda mitad del siglo I de nuestra era, en concreto, entre los años 72 y 80, se llevó a cabo la construcción de uno de los lugares más icónicos de Europa y de todo el mundo como es el Coliseo Romano. Su fin era bien sencillo: proporcionarle al pueblo romano una distracción gracias a la cual olvidarse de sus problemas diarios, gracias a lo cual evitarían levantarse contra el poder establecido. Muchos siglos después, aquella construcción está medio en ruinas, debido principalmente al reciclaje que se hizo de sus piedras para construir otras edificaciones. En todo este tiempo, las matanzas que podían verse en la arena han evolucionado a algo, en teoría, mucho más pacífico. Y digo en teoría porque, viendo determinados vídeos por internet, cualquiera diría lo contrario. Y es que, viendo únicamente parte de determinados programas deportivos que pululan por los innumerables canales de TDT existentes, no dejo de preguntarme hasta qué punto hemos dejado la arena por los platós de televisión y la lucha entre gladiadores o de éstos contra animales por insultos y acusaciones de la más variada índole, comenzando por la que tal o cual jugador se dopa o bien quién siente más la camiseta, ya sea la del propio club o bien la de la selección.
La penúltima escenita realizada en uno de estos programas fue la protagonizada por Tomás Roncero, madridista roncero que raya el surrealismo y que hace tiempo sobrepasó la línea roja diferencia la información–espectáculo de la vergüenza ajena, y Cristóbal Soria, seguidor sevillista, después de la derrota del conjunto madrileño en ña Champions frente al CSKA de Moscú. Según se explica en diversos medios, poco faltó para que llegaran a las manos. En caliente, cualquiera puede decir que, sobre todo el primero, es un fanático metido a periodista que no puede controlar sus más bajos instintos, aunque, pensándolo fríamente, cualquiera puede pensar que esto es algo guionizado y que, para cuando finaliza el programa, todos se van a tomarse unas cervecitas al bar de la emisora y aprovechar para echarse unas risas de cómo se la han metido a los televidentes, los cuales se creen en serio las discusiones que hay en este programa. Y es que, al menos yo, quiero pensar que esto es todo guionizado y preparado, ya que, de ser ciertos los cabros que se toma Roncero, después de diez años en antena ya le hubiese dado dos o tres infartos como mínimo, ya que no creo que sea normal ni sano que una persona esté en permanente estado de cabreo y excitación extrema.Pero yendo más allá de los clubes, y aprovechando que este verano ha habido mundial, uno no puede dejar de pensar hasta qué punto el fútbol de selecciones es un paso más en ese lavado de cerebro al que millones de personas acceden libre y voluntariamente, soltando lindezas como la de que «Dios es español», lo cual no deja de ser una versión patria de otra frasecita que se las trae, como es la de «que Dios bendiga América», a la cual yo siempre pongo la puntilla de «y al resto de países, que le den». Obviamente, también tenemos esta frase en versión club, aquella que dice que «Dios es del (póngase el equipo que proceda)».
En resumidas cuentas, es un modo más para tenernos a todos, o por lo menos a una buena cantidad de personas, entretenidas prácticamente todos los días de la semana o incluso varias veces al día cuando hay competición internacional. Por desgracia para algunos, hasta dentro de poco más de año y medio no toca Eurocopa, por lo que me temo que el próximo verano se le hará muuuuy largo a muchos, lo cual nos lleva a preguntar hasta qué punto este deporte ha idiotizado a buena parte de la sociedad, la cual acepta sin problemas que se hable más del nuevo peinado de la estrella de turno que otros temas que deberían ser más importantes, aunque ya sabemos que con malas noticias sobre el paro o los malos tratos no dan audiencia y no hacen otra cosa que deprimir a la población, así que será mejor que pongamos y repitamos hasta la saciedad imágenes de los goles de la jornada, no sea que la borregada deje de consumir televisión y se pongan a pensar por sí mismo.

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