Silencio, sentid el miedo,
no observéis nuestra infamia.
Escuchad nuestra demagogia
y creeros afortunados.
Silencio, no habléis de ruinas,
que no se haga en vuestros cerebros
consciente la miseria.
Sois la basura reciclable
que comemos los cuervos con ansia.
Miraos sumisos,… venid y comed,
tenemos sobras podridas para vosotros.
Pero no llenéis de odio vuestras almas,
sed buenos samaritanos.
Silencio, acallad al prójimo,
que no revele los secretos de estado.
Calmad vuestra rabia,
llorad a escondidas y con sigilo,
a nadie le importa qué os pasa.
Silencio, la calle no es lugar para protestas,
mejor reclamaciones en hojas de ceniza
que se dispersen sin hacer el menor ruido.
Silencio, escuchad las bombas en Oriente
y sentíos agraciados.
Observad la belleza de las armas
que os defienden.
La pólvora huele a poder cuando es disparada.
Silencio, escuchad mi reclamo,
obedeced y dejad en nuestras manos
vuestra esperanza.
No seáis incrédulos, pensar no lleva a nada.
Regaladnos vuestro sudor en silencio,
en silencio, que el mundo duerme
en el regazo del egoísmo.
Confiad en la diosa avaricia y en su aliado capitalismo.
Mermad vuestras ganas y acomodaos.
Vuestro silencio es nuestra fuerza.
Disfrutad del olor a sangre,
pero por favor… en silencio.
Silencio, silencio…
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