Revista Cine
La música fue la protagonista de la noche del lunes
El pasado lunes 26, por fin se estrenó la gran apuesta musical de Antena 3 que muchos esperaban después del bombardeo mediático, guerrilla incluida. Tras el éxito inesperado de Tu Cara Me Suena, la cadena de Trancas y Barrancas lo tuvo claro en impulsar de nuevo los Talent Shows musicales meses después del descalabro de Operación Triunfo. Mediaset también se apuntó al carro con la adquisición de los derechos de The Voice, sin embargo, se decidió finalmente por retrasar el estreno sobre todo para testar a la audiencia de El Número Uno. Y el programa no ha podido estrenarse mejor llegando a superar el 20 % de share y dejando a Gran Hermano con un combativo 17,7 %.
Los detalles de esta nueva marca realmente blanca de Antena3, tras el salto.
De nada han servido de nuevo las lamentables tácticas de contraprogramación de Telecinco ni los aspavientos de una Mercedes Milá que ya no sabe que hacer para seguir en el candelero, ya que el nuevo formato de Antena 3 depende solo de sí mismo para proseguir en la misma línea ascendente o producirse por contra un efecto gaseosa, ya que los datos del estreno desmuestran que interés hay. La primera gala de anoche demostró que El Número Uno tiene grandes cualidades para convertirse en un formato estrella, sin embargo, también mostró debilidades que habría que ir puliendo gala tras gala. Con un arranque algo soso del que se esperaba alguna sorpresa para el telespectador, ansioso por descubrir si es no verdad que está todo inventado respecto a los programas musicales, dio comienzo el nuevo formato de Antena 3.
Sin duda, el gran acierto de este nuevo talent ha sido dejar a un lado todo el ruido de fondo que rodea a este tipo de programas para centrar todo el foco de atención en los artistas. Tanto la presentadora Paula Vázquez como el Jurado han sabido relegarse a un segundo plano en beneficio de los participantes, dejando apartadas todas las disputas guionizadas a las que ya nos había acostumbrado en el difunto formato OT (llevado por Pilar Rubio a la máxima mediocridad) que poco o nada tenían que ver con la música. La gala fue llevada con ritmo constante que no obstante pecó en ocasiones de repetitiva y cuyo aliciente más allá de la música estaba representado por los papeles que adoptaría el jurado.
A todos los miembros se les veía un poco pez en esto de valorar el trabajo ajeno. De hecho, durante esta primera gala se les ha visto demasiado complacientes con sus protegidos. No es que se pida que vuelva la figura del fantasma de Risto Mejide, pero sí que intenten bajar las revoluciones del buenrollismo del ambiente y sepan mostrarse como un jurado profesional que sepa realizar su labor. Al margen de esto, en líneas generales se puede decir que casi todos los miembros estuvieron simplemente correctos y dentro de sus papeles, sobre todo un Miguel Bosé del que se esperaba algo más de espectáculo, además de parecer en ocasiones salido de un Museo de Cera de la Segunda Guerra Mundial. Bustamante, en cambio (buena decisión de A3 de colocarlo en último lugar), cumple con todas las expectativas como personaje solvente delante de las cámaras, otra cosa es que su música deje mucho que desear para el que uno escribe.
El Número Uno era también una nueva prueba de fuego para Paula Vázquez, que después de abandonar el bote en llamas que era Cuatro recaló en Antena 3 a la espera de un programa que la llevase de nuevo a luchar en el prime time. Paula supo llevar la gala con bastante holgura, por supuesto, no se esperaba menos de ella, pero el próximo lunes tendrá la revalida de verdad ya que no olvidemos que esta gala no fue en directo, un problema que sin duda le restó la frescura e impredecibilidad del tiempo real. El show también se vio beneficiado por un juego de luces bastante espectacular sobre un plató que tampoco resultó ser nada nuevo bajo el sol.
Y como siempre hay un "pero", el mayor que se le puede encontrar a El Número Uno es que después de una gala nadie tiene claro como funcionará la mecánica del concurso. Por contra, sus mayores puntos de fortaleza son un fantástico casting donde lo heterogéneo marca la diferencia con los estereotipados triunfitos y unas actuaciones donde se nota el nivel de los concursantes. Clave también la selección musical, que mezcla lo comercial con la calidad logrando, en definitiva, todo lo que se espera de un espectáculo de estas características. Aunque por supuesto, el margen de mejora siempre está ahí.
El pasado lunes 26, por fin se estrenó la gran apuesta musical de Antena 3 que muchos esperaban después del bombardeo mediático, guerrilla incluida. Tras el éxito inesperado de Tu Cara Me Suena, la cadena de Trancas y Barrancas lo tuvo claro en impulsar de nuevo los Talent Shows musicales meses después del descalabro de Operación Triunfo. Mediaset también se apuntó al carro con la adquisición de los derechos de The Voice, sin embargo, se decidió finalmente por retrasar el estreno sobre todo para testar a la audiencia de El Número Uno. Y el programa no ha podido estrenarse mejor llegando a superar el 20 % de share y dejando a Gran Hermano con un combativo 17,7 %.
Los detalles de esta nueva marca realmente blanca de Antena3, tras el salto.
De nada han servido de nuevo las lamentables tácticas de contraprogramación de Telecinco ni los aspavientos de una Mercedes Milá que ya no sabe que hacer para seguir en el candelero, ya que el nuevo formato de Antena 3 depende solo de sí mismo para proseguir en la misma línea ascendente o producirse por contra un efecto gaseosa, ya que los datos del estreno desmuestran que interés hay. La primera gala de anoche demostró que El Número Uno tiene grandes cualidades para convertirse en un formato estrella, sin embargo, también mostró debilidades que habría que ir puliendo gala tras gala. Con un arranque algo soso del que se esperaba alguna sorpresa para el telespectador, ansioso por descubrir si es no verdad que está todo inventado respecto a los programas musicales, dio comienzo el nuevo formato de Antena 3.
Sin duda, el gran acierto de este nuevo talent ha sido dejar a un lado todo el ruido de fondo que rodea a este tipo de programas para centrar todo el foco de atención en los artistas. Tanto la presentadora Paula Vázquez como el Jurado han sabido relegarse a un segundo plano en beneficio de los participantes, dejando apartadas todas las disputas guionizadas a las que ya nos había acostumbrado en el difunto formato OT (llevado por Pilar Rubio a la máxima mediocridad) que poco o nada tenían que ver con la música. La gala fue llevada con ritmo constante que no obstante pecó en ocasiones de repetitiva y cuyo aliciente más allá de la música estaba representado por los papeles que adoptaría el jurado.
A todos los miembros se les veía un poco pez en esto de valorar el trabajo ajeno. De hecho, durante esta primera gala se les ha visto demasiado complacientes con sus protegidos. No es que se pida que vuelva la figura del fantasma de Risto Mejide, pero sí que intenten bajar las revoluciones del buenrollismo del ambiente y sepan mostrarse como un jurado profesional que sepa realizar su labor. Al margen de esto, en líneas generales se puede decir que casi todos los miembros estuvieron simplemente correctos y dentro de sus papeles, sobre todo un Miguel Bosé del que se esperaba algo más de espectáculo, además de parecer en ocasiones salido de un Museo de Cera de la Segunda Guerra Mundial. Bustamante, en cambio (buena decisión de A3 de colocarlo en último lugar), cumple con todas las expectativas como personaje solvente delante de las cámaras, otra cosa es que su música deje mucho que desear para el que uno escribe.
El Número Uno era también una nueva prueba de fuego para Paula Vázquez, que después de abandonar el bote en llamas que era Cuatro recaló en Antena 3 a la espera de un programa que la llevase de nuevo a luchar en el prime time. Paula supo llevar la gala con bastante holgura, por supuesto, no se esperaba menos de ella, pero el próximo lunes tendrá la revalida de verdad ya que no olvidemos que esta gala no fue en directo, un problema que sin duda le restó la frescura e impredecibilidad del tiempo real. El show también se vio beneficiado por un juego de luces bastante espectacular sobre un plató que tampoco resultó ser nada nuevo bajo el sol.
Y como siempre hay un "pero", el mayor que se le puede encontrar a El Número Uno es que después de una gala nadie tiene claro como funcionará la mecánica del concurso. Por contra, sus mayores puntos de fortaleza son un fantástico casting donde lo heterogéneo marca la diferencia con los estereotipados triunfitos y unas actuaciones donde se nota el nivel de los concursantes. Clave también la selección musical, que mezcla lo comercial con la calidad logrando, en definitiva, todo lo que se espera de un espectáculo de estas características. Aunque por supuesto, el margen de mejora siempre está ahí.