La táctica consiste en saber qué hacer cuando hay algo que hacer; la estrategia, en saber qué hacer cuando no hay nada que hacer.Savielly Tartakover.Tras varios años de lectura he llegado a descubrir patrones claros en mis gustos por los libros. Pautas indudables y sencillas, me atrevería a decir. Tengo más que comprobado que un libro cuyos personajes femeninos portan un carácter recio e indisoluble combinado con una visible inteligencia, me atraen especialmente y rara vez terminan por defraudarme. Si encima estos personajes están ubicados en una época en la que obviamente desentonaban y eran unas adelantadas a su tiempo, más aún. Alguno podría tildarlo de feminismo, yo me oriento más a llamarlo idealismo. Me identifico, o más bien es cuestión de deseo identificador de reflexión, en esas mismas mujeres que sin dejar de poseer una gran capacidad de sentir, pueden con todo y no se dejan amedrentar por el mundo.
También algo que me cautiva, muy ligado a lo anterior, es la capacidad para forjarse un carácter dentro del mismo libro y ver la evolución de un personaje en el transcurso de la novela como si de la vida misma se tratase.
Después de esta introducción, sobra decir que "El Ocho" de Katherine Neville cumple con este patrón y que tenía todas las papeletas para ser una novela que entrara en elenco de las que me gustan. Y... así fue. Su personaje principal Catherine es una mujer inteligente y decidida (informática para más Inri) que ha conseguido un puesto de fuerza en su empresa y que tiene que lidiar con los problemas que esto genera en algunos hombres que no están muy felices con su posición. Debido a una discusión promovida justamente por esta situación, es asignada a un proyecto en Argel (en un intento claro de mandarla allá donde Cristo perdió el mechero para perderla de vista).
En una historia paralela, con casi 200 años de diferencia, tenemos a Mireille y Valentine, dos primas novicias de la abadía de Montglane encargadas de esconder las piezas de un ajedrez legendario que perteneció a Carlomagno, por los confines más dispares del mundo con el ánimo de protegerlas de quienes pudieran utilizar mal su poder ilimitado.
En lo que iba a ser un viaje de trabajo, Catherine se convierte en la encargada de conseguir las piezas de este antiguo ajedrez llevándonos así por un camino de asesinos, misterios y masones en insospechadas partidas de ajedrez jugadas en plena calle y en una trepidante historia de poder, secretos, pasiones indebidas y lealtades complejas.






