Las oportunidades aparecen cuando uno menos se lo espera. Hacía ya tiempo, tal vez demasiado, que no leía nada de ciencia ficción. Pero, casi de casualidad, El ojo de Dios se cruzó en mi camino. Si sois lectores de este pequeño blog, tal vez hayáis notado que últimamente intento descubrir joyas ocultas alejadas de best sellers y de megaeditoriales que cada vez se acercan más a un gran monopolio cultural. Figuradamente, podríamos decir que me he pasado al bando rebelde, al de las editoriales pequeñas e independientes que luchan contra viento y marea por abrirse paso en un mercado cada vez más complicado. Una y otra vez compruebo que la escasez de medios a menudo se suple con trabajo, empeño y mucha ilusión. En este caso, el libro que nos ocupa viene publicado por Apache Libros, otra de estas editoriales que realiza un encomiable trabajo.
«El ojo de Dios» tiene a priori unos cuantos aspectos que sin duda ayudan a decidirse por su compra. ¿Una obra premiada, escrita por un autor español, con elementos de terror, y muy cortita? Irresistible. Una vez finalizada su lectura, además, uno se queda muy a gusto. Pero vamos por partes.
David Luna nos cuenta, en este su debut en novela larga, la estancia de Deill Nerv en el planeta Dagoh, al que ha acudido en calidad de auditor para supervisar los trabajos de colonización que se están llevando a cabo. Al mismo tiempo, se le encomienda la misión de aclarar si se ha contactado con alguna raza alienígena en el planeta. Allí se encontrará con bastantes trabas por parte de todo el personal emplazado en Base Madre, la estación principal desde la que se inician todos los trabajos.
Estamos ante un relato de ciencia ficción, sí, pero que contiene una importante dosis de novela negra. Desde el principio nos daremos cuenta de que el protagonista es muy deudor del típico detective clásico al que las circunstancias van arrastrando sin que apenas pueda hacer nada por impedirlo. La propia estructura de la novela nos da una nueva semejanza con el género negro, empezando por la narración en primera persona, siguiendo con una trama que apesta a corrupción y a crímen que se nos va desvelando poco a poco, y terminando incluso por una femme fatale de manual. Todo esto ayuda a la inmersión del lector en una historia absorbente que se lee de un tirón gracias a un estilo sobrio y fluido. Encuentro también bastante acertada la utilización del recurso de las entrevistas a los soldados para ir desvelando partes del trasfondo de la historia.
Por si esto fuera poco, también vamos a encontrar pequeñas influencias de obras importantes como Solaris de Stanislaw Lem (es imposible no acordarse de Kris Kelvin al leer las andanzas del protagonista por la estación) o Tropas del espacio de Robert A. Heinlein, así como de obras pertenecientes al género de terror. A menudo la ambientación resulta agobiante y opresiva, ya sea en el espacio cerrado de Base Madre o en el exterior con el acoso de las altas temperaturas. Y por supuesto, contamos con el halo de misterio que encierra el propio planeta, y que se cierne como una sombra sobre las páginas de la novela.
Tal vez el único pero que podemos achacar a «El ojo de Dios» es su brevedad. La trama está bien explicada y desarrollada, pero tras la lectura nos quedamos con ganas de conocer más detalles de algunos personajes y del planeta imposible en que se desarrolla la acción. Tal vez en el futuro David Luna pueda retomar este particular universo que ha creado en esta novela, y que resulta fracamente interesante. En definitiva, no puedo dejar de recomendar «El ojo de Dios» a los amantes de la ciencia ficción, ya que es una lectura que te atrapa y que, desde el principio, va al grano.
Mi nota: 7,5