Revista Coaching

El olor de la amistad: la química social

Por Kheldar @KheldarArainai

Tal vez ya hayas visto la química social en acción gracias a tus mascotas. Por ejemplo, tu perro o tu gato saben si otro animal es amigo o enemigo antes de que se les acerque mucho.

Los mamíferos terrestres hacen un uso extensivo y consciente del olfato. En cambio, los humanos lo tenemos más relegado. De hecho, ¡el olor corporal es un tabú para muchas personas!

Por eso espero alborotarte un poco al decirte que tú también olfateas a otras personas (¡e incluso te auto-olfateas!), de manera inconsciente.

Pero, ¿para qué sirve esta conducta en humanos? Sigue leyendo y te lo cuento.

La química social es el secreto detrás de las conexiones instantáneas que experimentamos con otra gente

A todos nos han hablado de personas que "tienen química" entre sí. Es más, todos hemos sentido "química inmediata" con alguien en algún momento.

Ahora, un estudio recientemente publicado por tres investigadores del Weizmann Institute of Science muestra que las conexiones instantáneas (o clicks, como les gusta llamarlas en inglés) tienen más de "primera olida" que de "primera vista".

Ya solamente con el título (There's Chemistry in Social Chemistry) nos hablan de uno de los métodos de comunicación subliminal que utilizamos los seres humanos.

Ya conté una vez (en esta entrada) que a mí se me da muy bien percibir olores. Tanto que de pequeño me daban dolores de cabeza por saturación olfativa. Por eso me gusta investigar esto de los sentidos, y por eso empecé a formarme en somática hace unos años.

¿Para qué usamos la información olfativa los seres humanos?

En pocas y sencillas palabras, para casi todo lo social:

  • Distinguimos el estado de salud y la presencia de enfermedades.
  • Detectamos la compatibilidad genética de una posible pareja sexual.
  • Discernimos el estado de ánimo (notablemente la agresividad o el miedo), y podemos regular nuestra conducta con sólo captar un compuesto en el olor del otro.
  • Y de acuerdo con los resultados del estudio, ¡elegimos a nuestros amigos del mismo sexo en base a lo similares que son nuestros olores corporales!

Sí, no te estoy jodiendo. Esa última frase contiene la motivación y el hallazgo de este estudio.

A los responsables de este experimento les apetecía saber si había un factor más allá de la raza, la edad, el sexo, las creencias, las tendencias y las preferencias que pudiera explicar una conexión instantánea entre dos personas.

Lo que encontraron fue la química social... Y más concretamente, un hecho muy curioso.

¡Los amigos del mismo sexo tienen aromas similares!

Y no, no se trata de que usemos los mismos jabones, lociones y perfumes. Se trata de tu olor "a palo seco", como decimos en España. Es decir, sin añadidos.

El olor que tienes cuando haces ejercicio, recién te levantas o según avanza tu día a día. ¡Ese es el que tiene la mayor carga de química social!

Los olores corporales se critican en casi todas las sociedades occidentales... Pero seguimos sirviéndonos de ellos de un modo indirecto y semi-inconsciente.

Resulta que comenzamos nuestro entrenamiento en la química social creando un esquema de nuestro propio olor. ¡Aunque no es que lo hagamos intencionalmente!

Sucede a través de esas conductas que dan risa al verlas desde fuera, como que alguien se rasque o se toque en algún lado y luego se huela los dedos.

Esos pequeños gestos nos ayudan a detectar mejor nuestros estados habituales, e inferir cambios en nuestro estado de salud o de ánimo.

¿Y nos sirve para algo más?

Pues mira... Parece que incluso para hacer amigos y elegir pareja.

En este estudio en concreto, se sirvieron de la química social para predecir la conexión entre dos individuos desconocidos del mismo sexo.

Con una "nariz digital" como medidor objetivo, y con "narices voluntarias" como medidores subjetivos, hicieron una serie de pruebas que se resumen así:

  • Comenzaron intentando captar las semejanzas olfativas entre dos amigos, y observando la correlación con parejas (díadas, según el estudio) elegidas al azar.
  • Después trataron de comprobar cuánto afecta la semejanza de olores corporales a la percepción que tienes del otro y a la calidad de la interacción entre vosotros.
  • Y finalmente, observaron que era posible predecir qué personas se llevarían bien entre ellas por las semejanzas en su olor corporal.

Algo interesante del estudio es que no consiguieron determinar a qué se deben esas semejanzas olfativas.

Sin embargo, sí pudieron descartar que los aromas corporales parecidos se deban a:

  • La raza, el sexo y la edad;
  • El estado civil y la profesión;
  • Al país de origen y la lengua materna;
  • Consumir tabaco, café u otras sustancias;
  • Usar gafas y medicamentos (como los contraceptivos) o padecer enfermedades crónicas;
  • E incluso a la mano dominante (ser diestros o zurdos).

Con lo cual nos tocará esperar a otro estudio para saber a qué se deben los olores corporales semejantes.

En definitiva, la química social tiene una explicación y un papel en la conducta humana

Puede que sea un papel más indirecto y sutil que el de las palabras, pero no por ello menos útil. Es más, ¡piensa en todas las conductas que tienen algo que ver con esto!

Cuando abrazas, besas o das la mano a otra persona, tienes la posibilidad de olfatearla. Y sí, por debajo de todo ese amalgama de perfumes, lociones, jabones, detergentes y suavizantes, sigues captando SU aroma. Y eso te ayuda en tu interacción con ella.

Por eso tantas personas han tenido problemas para relacionarse bien con otros individios desde la imposición del distanciamiento y las mascarillas.

Es como si de repente estuvieran sufriendo las mismas dificultades para el procesamiento químico que las personas del espectro autista. ¡Perdieron información necesaria y relevante para regular su conducta y sus interacciones!

Para entender un poco mejor esta comunicación olfativa, tendríamos que hablar de nuestra parte somática

Alguien como mi amiga Zarahy Román podría explicarte esto mejor que yo, pero voy a intentarlo de todas formas. Y si ella ve esto y quiere añadir algo, ¡bienvenida!

Cuando hablamos de somática, hablamos de movimiento, sensaciones internas y percepción. En el asunto de la percepción se incluyen los aromas y las texturas.

Personalmente creo que los abrazos, los besos y el contacto físico son conductas instintivas, que en su raíz tienen el impulso de ayudarnos a percibir al otro.

Y para mi gusto, el estudio que me ha motivado a escribir este texto parece apoyar mi punto de vista. Tal vez tú consideres lo contrario tras leer ambos documentos.

Antes de acabar, un pequeño ejemplo de educación somática, para que te lleves algo práctico de leer este texto

Quizás recuerdes cuando nos enseñaban las texturas y otras sensaciones de pequeños.

Afilado, romo, liso, rugoso, blando, duro, caliente, frío... Distinguir texturas y temperaturas con el tacto fue nuestro primer ejercicio de educación somática.

El que quizás tendrás más olvidado es el día en que nos enseñaban los olores:

  • Acre o rancio, como el ajo.
  • Metálico, como la sangre.
  • Químico, como la lejía o el alcohol.
  • Almizcleño, un olor intenso y muy relacionado con la sexualidad.
  • Cítrico, como el limón, y frutal como el plátano (distintos por un ligero matiz de acidez).
  • Amaderado y especiado, presentes en los perfumes más famosos y en los inciensos.
  • Picante y dulce, olores que nos ayudan a distinguir ciertos alimentos.
  • Fragante, un olor suave y agradable que tienen, por ejemplo, las flores.
  • Podrido, el olor de la descomposición.

Junto a otros aromas más ligados a elementos concretos, como el olor a tierra, cuero, grasa, humo o mar.

Hay estudiosos que describen las categorías olfativas generales entre los billones de aromas que percibimos y diferenciamos los humanos. Los dos casos más famosos son estos:

  • John Amoore ideó la teoría estereoquímica en los años 70, y en ella hablaba de siete aromas: alcanfor, almizcle, éter, flores, mentol, picante y podrido.
  • En 2013, Castro y Chennubhotla propusieron diez categorías para simplificar 146 descriptores distintos: acre, ahumado, amaderado, cítrico, descompuesto, dulce, floral, frutal no cítrico, mentolado y químico.

¿Te han descrito cómo es tu aroma alguna vez?

Algunas personas me dijeron en el pasado que yo huelo a bosque y arcilla.

Cuéntame tu aroma (si lo conoces y si quieres) en los comentarios de esta entrada. O si lo prefieres, cuéntame una anécdota graciosa que tengas con el aroma de otra persona o el tuyo propio.

Yo ya compartí en este blog la graciosa experiencia que tuve con mis amigas de la universidad cuando les confesé que podía notar cuándo les venía la regla a ellas y a mi pareja de entonces. Spoiler: bastaba con saludarnos, y nada que ver con falta de higiene. 😉

Comparte este post de La Vida es Fluir con tus mejores amistades para echaros unas risas intentando notar cuánto se parecen vuestros olores corporales.

¡Hasta la próxima entrada!


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