Revista Cocina

El orden de los Discos en La Tertulia

Por Dolega @blogdedolega

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¡Dios mío, por qué tiene que ser todo tan difícil!

Bastante tengo con mirar angustiada la prensa y esperar una fatídica llamada desde Berna de mi asesor financiero pronunciando el tan temido ¡Nos han pillado! Que digo yo que esos abominables inspectores de hacienda se podían entretener en buscar los dineros de más de uno que yo me sé y no cebarse en mi decente y humilde persona, para ahora tenerme que entretener en inspeccionarte el trabajo de organizar mi discoteca.

Mi querido y fiel Vinagrio, creo que me expresé con toda claridad cuando te dije que quería los discos organizados de la manera más práctica. ¡No, no hagas mohines extraños que nos conocemos!

Ayer estuvo aquí el apuesto Sr. Pascasio, que pretendo llegue a ser mi fiel enamorado y tuvimos problemas de todo tipo debido a tu forma de ordenar los temas.

¡No hubo manera de que culmináramos nuestro ritual erótico-vespertino!

Estábamos terminando de tomar el té como cada tarde y él se levantó con ojos de pasión, se acercó a mi espalda, sigiloso y entonó muy despacio mientras besaba mi cuello:

Yo vendo unos ojos negros, quién me los quiere comprar, los vendo por hechiceros porque me han pagado mal…

Y yo, emocionada de placer, le respondí en un suspiro

-¡La tengo, la tengo, en una versión cantada por los Chalchaleros!

Fui rauda hacia el cajón de la “i griega” y nada. Buscaba desesperada mientras él se acercaba tarareando – Yo vendo estos ojos negros…- ¡Y no la encontraba, no estaba!

-Mira a ver en la “T” de tango- Me decía mientras posaba sus manos en mis hombros y yo exaltada como estaba, solo acertaba a decir

-¡Tango no, seguro que no es tango!

-¿Quizás en la “C” de cueca?-Preguntaba quedo mientras despacio quitaba las horquillas que sujetaban mi pelo recogido y sumergía su cara en mis cabellos.

-¡Sí, es probable que sí sea cueca!- gritaba yo mientras corría al cajón de la “C” con la esperanza de encontrarla y poder corresponder como se merecía a los cariños y caricias de mi príncipe, pero no ¡Tampoco estaba!

Moría de deseos de besarlo, de arrancarle el peluquín y quererlo sin tapujos y a ritmo de bombo gritar llegando al éxtasis Más te quisiera, más te amo yo y todas las noches la paso suspirando por tu amor… y allí estaba yo ¡Pensando cual sería el maldito género de la melodía que nos embargaba de placer!

Mi mente empezó a trabajar a la velocidad del rayo espoleada por las expectativas de futuro y corrí a buscar por la “F” de folklore, por la “P” de popular, por la “L” de latinoamericana, por la “A” de argentina y extenuada de abrir cajones inútilmente, me dejé caer en la butaca más cercana.

¿Cuál es el género de esa hermosa canción? Ni idea y como no lo sabemos, no hay manera de encontrarla así que obtengo como recompensa que mi adorado Pascasio relaje su gran pasión, esa pasión enooorme que sentía en mi espalda y hacía que tejiera calientes fantasías alrededor de ponchos y guitarra.

¡Te maldije, que lo sepas!

Mientras lo despedía llorosa e insatisfecha te odiaba profundamente y no podía dejar de pensar.

¿¡Pero este inútil, cómo coños ha ordenado los discos!?

Si mañana, por ejemplo, se me ocurre escuchar “Aserejé”

¿Dónde se supone que tengo que buscarlo, en la “B” de bodrio, en la “C/V” de canción del verano, en la “T” de tontada?

¿Y dónde habrá puesto “Gangnam Style”, en la “P” de pelotazo, en la “A” de absurdez ó en la “C” de caradura?

¡Por favor, así no hay quién se aclare!

Ya te estás poniendo a ordenar los 25.000 Cd’s de la discoteca por orden alfabético y más te vale que estén listos para pasado mañana que viene mi adorado Pascasio y la sesión tiene que tener final feliz.

¡No, no llores que no me das pena ninguna! Todavía debes agradecer que no apelo a mi bajada de ingresos y rebajo tu salario a la mitad en los próximos seis meses.


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