El orden. No hay concepto más aterrador para las personas que saben historia y están comprometidas con la libertad. Las mayores tropelías de la humanidad han sido cometidas en nombre del orden. Cada vez que un pueblo se indigna y se atreve a protestar, a poner fin a una determinada injusticia, siempre hay alguien que, en nombre del orden, suprime las libertades y oprime al disidente. Ocurrió en Chile y en España, cuando los militares se sublevaron contra la voluntad popular, que clamaba cambio. Ocurrió en Alemania, cuando el gobierno del SPD reprimió violentamente a la Liga Espartaquista (con ayuda de las milicias de extrema derecha). El orden es la excusa que tradicionalmente utilizan las oligarquías (gobiernos, militares, burgueses…) para impedir cambios sociales o transformaciones democratizadoras. Es la excusa para suprimir la soberanía popular.
La palabra orden ha sido utilizada en tantas ocasiones, que, poco a poco, la gente se ha ido dado cuenta de su significado, de la relación inequívoca entre orden y represión. Esto ha llevado a la oligarquía a desarrollar un nuevo término para utilizarlo con las mismas consecuencias que el anterior: la establidad.
En nombre de la estabilidad, España tiene una ley electoral antidemocrática, que hace que los votos al PPSOE valgan más que los votos a IU o UPyD. En nombre de la estabilidad (económica), esto es, la garantía de que los ricos no vean en riesgo sus fortunas a causa de sus errores financieros, los trabajadores tenemos que pagar una crisis que no hemos provocado. Orden y estabilidad. Cada vez que oigo estas palabras me pongo a temblar.
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