Para enseñar al pequeño hábitos de orden debe existir una premisa ineludible: No se puede pedir al niño que recoja los juguetes si observa que sus progenitores dejan tirado el periódico en cualquier parte, las chaquetas encima del sofá, etc. Como ya se ha dicho , la imitación es muy importante a esta edad, por lo que deben ser las personas mayores las que muestren con su conducta el camino a seguir.
Cada cosa en su sitio
Además de guardar sus juguetes en el sitio que tengan asignado, el pequeño puede, en la medida de sus posibilidades, participar en otras tareas domésticas. Por ejemplo, recoger y colocar en el lugar correspondiente su ropa sucia o las toallas húmedas después del baño.
También puede enseñársele, en lo que se refiere a platos y vasos, o incluso a lavar ciertas prendas de ropa o la vajilla.
Cuidado! hay que recordar que el niño apenas está empezando a realizar estas tareas y todavía no posee la habilidad y la experiencia de los adultos. En consecuencia, se debe evitar que manipule aquella vajilla o cristalería delicadísima heredada de la abuela, o la camisa de seda que utiliza papá en grandes ocasiones. Habrá sin duda, accidentes y roturas, que se deben aceptar y disculpar, pues de lo contrario en niño se bloquearía en su aprendizaje.
Cuestión de ropa
El aprendizaje del hábito de vestirse y desvestirse no es un proceso fácil ni breve. Hay que tener en cuenta la cantidad de movimientos que deben realizar para ponerse todas las prendas, incluidos los calcetines y los zapatos, para entender que no es una empresa sencilla de abordar. A esta edad, el niño todavía no es capaz de llevar a cabo todas las acciones, pero los padres pueden enseñarle a colaborar con ellos y a colocarse y sacarse por sí mismo algunas prendas que presenten un menor grado de dificultad.
Lo ideal es hacer coincidir los primeros intentos con las épocas del año en que menos ropa se lleva: primavera y verano. Además las prendas en estas épocas suelen ser más holgadas y fáciles de poner.
No deben esperarse avances espectaculares. El pequeño tendrá que seguir recibiendo ayuda para vestirse y desvestirse durante muco tiempo, pero poco a poco irá adquiriendo la destreza necesaria. Tampoco hay que esperar que el niño vaya tan rápido como los adultos en estas operaciones. Algo tan complejo requiere su tiempo. Por ellos, en la medida de los posible, es aconsejable empezar a educar el hábito en épocas de mayor relajamiento (vacaciones, fines de semana, etc)
Poner...
Así pues, lo mejor es empezar con las piezas de más sencillo manejo y, preferiblemente, de la parte inferior: faltas, pantalones. Es recomendable que estas prendas sean elásticas en la cintura. En otras palabras, se trata de evitar en lo posible elementos que requieran unas habilidades especiales, como botones, cremalleras y cierres. Los abrigos y las chaquetas suelen tenerlos, por lo que el niño necesitará más tiempo para aprender a abrochárselos.
Al principio el pequeño cometerá, sin duda alguna, muchos errores, como ponerse la ropa del revés. Ante su natural dificultad para distinguir la parte delantera de la trasera, se le puede ayudar explicándole que la etiqueta siempre va en la parte de atrás.
En cuanto a los zapatos, todavía es demasiado pequeño para realizar la compleja tarea de anudar cordones, pero sí es capaz de ponerse zapatillas flexibles o con bandas adheribles. Otra cosa es que se calce el pie correcto.
y quitar...
los niños suelen aprender antes a quitarse la ropa que a ponérsela. Sentado este principio general, hay que añadir que les resulta más fácil quitarse las prendas que no tengan que pasar por la cabeza y las que no lleven botones, cremalleras, tirantes, etc.
Por lo que se refiere al calzado, les será mucho más sencillo quitárselo que ponérselo, puesto que deshacer un lazo, por ejemplo, no precisa de una habilidad manual especial. Hasta que rebase los cuatro años, por lo menos, el niño es incapaz de hacerse el nudo de los zapatos, ya que su sistema neuromotor todavía no está maduro.
A tener en cuenta
El mundo de los adultos está hecho por y a la medida de éstos. En consecuencia, las viviendas y los elementos que las componen están pensados y adaptados al tamaño de las personas mayores y no al del niño. Por consiguiente, resulta inevitable que éste tenga dificultades para cumplir algunas de las tareas que se han mencionado, si los elementos que necesita para realizarlas están fuera de su alcance. Es pues misión de los padres facilitarles el acceso.
Fuente: Nacer y crecer
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