Por La Churro desde Chile
Mi cama ha estado bastante solitaria en los últimos tiempos pero, las malas rachas duran poco. Justo recibí la noticia de que uno de mis grandes amigos estaba de visita en la ciudad. Somos muy parthenes y me trata como a uno más de sus amigotes. Como se dice vulgarmente, para él soy un amigo con tetas. Al considerarnos pares hemos creado una relación muy simple y transparente. Cuando alguien quiere algo lo dice, y si uno está muy solo le pide ayuda al compañero. Así como una mano lava la otra, entre nosotros uno le da placer al otro y tenemos sexo simple y sin complicaciones.
Como la gente nos ve tan compadres, nunca se imaginan que entre nosotros ocurre este acto de compañerismo, así que nos divertimos con el desafío de mantenerlo en secreto. Por este motivo siempre nos toca escondernos por ahí y hacer las cosas a la rápida. Pero ese día tuvimos tiempo. Como es mi costumbre, comencé a tomar el control de la situación, pero me detiene y me dice "No, hoy yo mando". Con sus dos metros de estatura y su contextura imponente, hizo lo que quiso conmigo sin siquiera preguntar. Me tomaba con fuerzas, me retenía firme contra la cama, sus inmensas manos y potentes brazos me movían como una muñequita, un mano por acá, la pierna por allá y esta otra que cruza por este lado… arriba, abajo, de cabeza, a un lado y de vuelta arriba. Hace tiempo que ambos pasábamos por una temporada de escasez, así que disfrutamos del sexo más rudo y primitivo que pudieran imaginarse. Yo gozaba el rol de ser sometida y sentir esa fuerza tan animal y varonil.
Después de un tiempo prolongado de aquella rústica sesión de intimidad, llegó el momento del clímax. Como se venían dando las cosas, pensé que sería igual de potente y rudo, pero ¿saben lo que hizo? Sujetó mi cara muy suavemente entre sus manos y me besó dulcemente la frente mientras sentía aquel orgasmo. Me sostuvo entre sus brazos un momento, para luego sentarse en el borde de la cama, me hizo cariño en el pelo, me arropó "te voy a dejar descansar porque tienes que trabajar mañana". Me dio el beso de las buenas noches, apagó la luz y salió de la habitación. Un par de horas más tardes lo sentí escabullirse sutilmente entre mis sábanas solo para dormirnos abrazados.
Si me preguntan qué es un amigo, digo que es quien te molesta, te pone sobrenombres, te deja en vergüenza frente a otros, relata tus intimidades solo para reírse pero, al final del día, siempre te cuida como lo más preciado que tiene. Así es mi amigo, me usa como una muñeca inflable, como un animalito en celo, pero se preocupa de darme el orgasmo más dulce que he tenido.