Revista Diario
La vorágine diaria no nos da tiempo a darnos cuenta que el susodicho se aleja con demasiada velocidad. Como mucho en fechas señaladas una marca en el calendario nos avisa con graciosos colores que el tiempo no pasa, vuela. Tic-tac. Pero también otros momentos más mundanos marcan un antes y un después. Ayer mi pequeño gran hombre salía de clase un poquito más adulto. Con su uniforme, su mochila y su carpeta. La famosa y ansiada carpeta con deberes. Superado el tiempo de los garabatos, los gomets, las bolas de "plaste", ha llegado la hora de la verdad. Pero lo mejor de todo fue su graciosa elocuencia. Saliendo por la puerta le soltó a su amigo que había dejado su carpeta en manos de su padre:"Coge la carpeta, que todos vean que ya eres mayor".Pues eso. Que mi otrora bebé regordete que no dormía por las noches, que tardó lo suyo en gatear, que siempre quería los brazos de mamá, de repente sale de clase con una carpeta y la vida da un giro de 360 grados. A todo esto se sumó mi querida princesita quien aseguró hace unos días a su adorado papá que ya no quería la leche de mamá porque no tenía Cola - Cao. Curiosa e inteligente observación.Y ya sé que soy muy pesada con esto del tiempo pero es que no me puedo creer que ya haya pasado tanto tiempo desde que nació mi hijo. Tanta prisa tenía por verlo evolucionar que me ha ganado la carrera. Y mi pequeña princesa ha llegado en segundo puesto mientras yo me los miro desde la barrera con cara de boba y sin saber cómo me han pasado los días, los meses, los años. Moraleja para todas aquellas que piensan que nunca dormirán una noche del tirón, que nunca desengancharán a sus retoños del pecho o que nunca caminarán por sí solos: exprimid ese tiempo inolvidable. Porque pronto vendrán con una carpeta y os daréis cuenta que de verdad se han hecho mayores.