El Orgullo Gay de Turquía congregó este año a más gente que nunca, de las 200 personas que se manifestaron el año pasado se ha llegado a alcanzar la cifra de 5000 en un país donde la represión lleva al asesinato de decenas de gays y lesbianas todos los años.
Los manifestantes recorrieron las calles de Estambul bajo el lema “No nos callarán, existimos”, exigían también una ley de protección para las parejas de gays y lesbianas y el fin de toda discriminación.
A pesar de ser considerado como un oasis dentro de los países que profesan la religión musulmana, la discriminación y los asesinatos se suceden continuamente, Amnistía Internacional relata en un informe que al menos 16 homosexuales fueron asesinados durante el año pasado. En la mayoría de los casos ni si quiera se persigue a los culpables.
Los asesinatos se suceden muchas veces en el entorno familiar y en el medio rural donde el machismo y la religión se escampan a sus anchas. También los trabajadores del sexo son asesinados al vivir en la clandestinidad y estar sometidos a peligros de nocturnidad y marginación.
La situación no es mejor para las mujeres transexuales que son avocadas al mundo de la prostitución donde son sometidas al brazo torturador y la persecución policial casi a diario.
En Turquía no existe una ley que criminalice la homosexualidad como en otros países musulmanes, pero tampoco existe un marco de protección legal, lo que conlleva a todo tipo de abusos policiales y en el entorno familiar.
La actitud de los políticos en el gobierno tampoco ayuda. Desde las instituciones se alienta al odio y a la homofobia, por ejemplo, Aliy Kavaf, ministra de Asuntos de la Mujer y Familia, definió ante los medios públicos, la homosexualidad como “desorden biológico y enfermedad que debería ser tratada”.
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