Mario Fernández comunica a Gil Manzano que no disputarán el partido.
El Racing, apoyado por su público. El pasado jueves, en un inédito plante, los jugadores del Racing de Santander se negaron a jugar un partido de Copa ante la Real Sociedad. Los deportistas cántabros llevaban casi cuatro meses sin cobrar por las graves dificultades financieras del club, en concurso de acreedores, y forzaron, con su actitud, la renovación de la junta directiva. El Gobierno cántabro, bajo el mandato de Miguel Ángel Revilla, fue propietario del Racing hasta que decidió fichar a un supuesto millonario indio, Ashan Ali Syed, que compró el club por quince millones aunque sólo llegó a desembolsar 500.000. En su peor crisis finaciera-deportiva ha llegado a acumular una deuda de 50 millones.
Aquel equipo que inauguró la Liga en el año 1928, enfrentándose el 30 de enero contra el Barça, se negó el jueves a jugar con la Real Sociedad, pero sí ganó en autoestima, en orgullo y dignidad, al ser ovacionados por 4.000 aficionados que no dejaron de apoyarlo. A las 13:00 horas, apenas ocho horas antes del horario previsto del partido, la plantilla, los técnicos y auxiliares del primer equipo se reunieron con Luis Rubiales, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles, con el vicepresidente, Luis Gil, y con el asesor jurídico, Santiago Nebot en una sala del hotel NH Ciudad de Santander. Los capitanes querían que los dirigentes de la AFE vieran que la decisión de no jugar estaba respaldada por todo el racinguismo. Hora y media más tarde salieron de allí con una decisión firme: si no dimitía Ángel Lavín, conocido por Harry, presidente del Consejo de Administración, no había partido. Las redes sociales echaban humo: “Harry dimite”, “Harry se atrinchera”, “Harry está en la notaría”. Lavín hizo oídos sordos y los jugadores cumplieron con su palabra: acudieron al estadio a la hora fijada, realizaron el protocolo previo a cada partido y cuando llegó la hora de comenzar el encuentro cumplieron lo anunciado con la complicidad de la Real Sociedad.
El público irrumpió en una atronadora ovación junto a gritos de “Racing, Racing, fuera chorizos del Sardinero” y “Esa camiseta sí la merecéis”. Los jugadores de ambos equipos se abrazaron en el círculo central mientras técnico y auxiliares del Racing salían al césped a acompañar a sus futbolistas. En ese momento comenzó una agridulce vuelta de honor. Para muchos de estos futbolistas, modestos jugadores de Segunda B, pelear por una semifinal contra el Barcelona hubiera sido un sueño. Pero prefirieron ser fieles a su compromiso y a su afición. Paco Fernández, técnico del Racing, declaró: “Hoy era el partido más importante de nuestras vidas y lo hemos cambiado por la dignidad”. Lo vivido en El Sardinero fue una vergüenza para el fútbol español, cuyos dirigentes volvieron a demostrar que están más preocupados de encubrirse entre ellos –ahí está el caso de la petición de indulto para Del Nido– que de velar por los intereses de clubes, jugadores y aficionados. Cabe recordar que el Barcelona hizo algo parecido en el año 2000 y finalmente quedó sin sanción. Sería el colmo que después de todo lo que están pasando, los jugadores del histórico equipo santanderino encima fueran castigados.
El mismo día, la Junta de Accionistas del Racing aprobaba la destitución del Consejo de Administración presidido por Ángel Lavín y el nombramiento de uno nuevo. Se reclamaron responsabilidades al Consejo de Administración anterior. Y Francisco Rubio, juez único de Competición para la Copa del Rey, decidió declarar la incomparecencia del Racing de Santander ante la Real Sociedad, la pérdida de la eliminatoria, la confirmación de que no podrá participar en la próxima edición de este torneoy la condena al club “al abono de multa de 3.006 euros”. Y todo por haber mostrado su “orgullo y dignidad”.