362 El origen de la muerte (Leyenda Africana)
Ngai creó al primer guerrero y le llamó Leeyo.
Y más tarde, los hombres y las mujeres tuvieron hijos y Ngai vio que todo estaba bien, menos una cosa; los humanos eran mortales. Temía por su obra y, siendo Leeyo su primera creación, le llamó a su lado y le enseñó un Canto Mágico; el Canto que hace a los dioses inmortales.
Cuando Leeyo lo hubo aprendido, Ngai le explicó que debía entonarlo en el mismo momento en que alguien muriera y el Canto les devolvería a este mundo de inmediato y para siempre.
Leeyo prometió que así lo haría.
Pero pronto olvidó su promesa y aunque recordaba el Canto Mágico prefería no molestarle en acudir junto al lecho de los moribundos.
Y ocurrió que su esposa y su hijo salieron de casa una mañana en busca de agua. Ya volvían cuando el niño se enredó los pies en las altas hierbas y cayó al agua. Su madre gritó y se lanzó a la charca para sacarle, pero el agua estaba oscura y la vegetación del fondo mantenía firmemente sujeto al niño. Llegaron hombres del poblado a ayudar y también llegó su padre, Leeyo, pero cuando lograron sacar al niño del agua, ya había muerto.
Y entonces Leeyo abrazó a su hijo y recitó y cantó muchas veces el Canto Mágico que le había enseñado Ngai.
Cantó muchas horas con su hijo en brazos. Cantó hasta comprender que era demasiado tarde; que cuando no cumplió su promesa y no acudió a entonar el Canto Mágico ante el primer muerto de su tribu, había condenado a todos a morir.
Y así, por la irresponsabilidad de Leeyo, la muerte adquirió el poder sobre todos los hombres.