Revista En Femenino
Cada año, el mes de octubre en Múnich es sinónimo de fiesta. La conocida como Oktoberfest reúne a miles de autóctonos y visitantes alrededor de largas mesas en las que se disfruta de la buena cerveza. Tal ha sido el éxito de esta celebración que se ha llegado incluso a importar a otras ciudades europeas. Una fiesta que se remonta a principios del siglo XIX, cuando unos príncipes decidieron invitar a todos los muniqueses a compartir la alegría de su boda. Una alegría que no sería preludio de un matrimonio demasiado feliz.
Los contrayentes eran Luis, futuro rey de Baviera, y una duquesa bávara. Se llamaba Teresa Carlota Luisa Federica Amalia de Sajonia-Hildburghausen y había nacido el 8 de julio de 1792 en la extensa familia del duque Federico de Sajonia-Altenburgo y su esposa, la duquesa Carlota Georgina de Mecklemburgo-Sterlitz. Teresa creció junto a sus diez hermanos en el castillo de Hildburghausen, situado en el centro de la actual Alemania, y aprovechó la educación que le ofrecieron tutores, intelectuales y artistas que se dieron cita en su hogar a instancias de la duquesa, que se preocupó por la formación de todos sus hijos.
Convertida en una joven inteligente, culta y bella, Teresa pronto se unió a la larga lista de damas de alta cuna que iban a ser utilizadas para forjar alianzas entre estados. Llegó incluso a ser candidata a casarse con el emperador Napoleón Bonaparte. Pero sus padres encontraron al candidato adecuado en la casa de Baviera. En diciembre de 1809, Teresa conocería a su futuro marido, el príncipe heredero de Baviera, con quien formalizó su compromiso en febrero del siguiente año.
En otoño, Teresa viajó hasta Munich para contraer matrimonio con Luis de Baviera ,el 12 de octubre de 1810. Las celebraciones se alargaron durante varios días en un extenso prado de la ciudad bautizado con el nombre de Theresienwiese en honor a la novia. Los ciudadanos de Munich compartieron la alegría del enlace con comida, muchos litros de cerveza, canciones e incluso carreras de caballos. Desde entonces, cada mes de octubre, la ciudad alemana es escenario de una de las ferias de la cerveza más importantes del mundo. La fiesta se fue reconvirtiendo desde una celebración nupcial hasta una multitudinaria reunión de amantes de la cerveza pasando por ferias de la agricultura y manteniendo en algunas ediciones las carreras de caballos.
Cuando en 1825 fallecía Maximiliano I, Luis y Teresa se convertían en reyes de Baviera. Para entonces, Teresa ya había concebido siete de los nueve hijos que tendría con su marido, de los cuales ocho llegarían a la edad adulta. Mientras Teresa sobrellevaba una existencia en la que casi siempre se encontraba embarazada, Luis I de Baviera se divertía con sus amantes, como la extravagante bailarina Lola Montez.
Teresa se volcaba en obras de caridad y se ganó el cariño de su pueblo. Pero su amplia labor con los pobres, las viudas o los huérfanos no fue suficiente para esconder el escándalo que supuso la relación entre Luis y Lola. Esta y la política absolutista durante su reinado provocaron el descontento de la clase política que consiguió forzar su abdicación, a mediados de 1848, tras negarse a asumir el papel de monarca constitucional.
Desde entonces y hasta su muerte, Teresa vivió volcada en el cuidado de sus hijos. Falleció en Munich el 26 de octubre de 1854.