Revista Cultura y Ocio

El origen de las estrellas (mito warao)

Por Víctor Barrera Alarcón
Había una vez dos hermanos, el mayor de los cuales era un gran cazador. Cada día se alejaba un poco más de la aldea persiguiendo la caza, de modo que en una ocasión llegó a un arroyo que nunca antes había visto. Trepó a un árbol a la orilla para acechar mejor a los animales que fuesen a beber en sus aguas. Súbitamente vio una mujer que se acercaba chapoteando y cuya conducta le intrigó pues cada vez que hundía la mano en el agua sacaba dos peces, y también cada vez se comía uno y guardaba el otro en un cesto. Era una mujer enorme, un ser sobrenatural.

El origen de las estrellas (mito warao)

Constelación de las Híades:
forman una "v" oblicua en el firmamento

El cazador pasó la noche en el árbol  y volvió al pueblo al día siguiente. Relató la aventura a su hermano pequeño, que le suplicó que le permitiera acompañarlo a fin de ver esa gigantesca mujer capaz de atrapar y devorar tantos peces. El hermano mayor se negará a la petición del pequeño alegando que, dado que siempre se estaba riendo, podría reírse de la criatura, delatando su escondite y poniéndolos en peligro, no obstante, finalmente el hermano pequeño logrará convencerle.
Llegado al arroyo, el hermano mayor subió a su árbol, que estaba un poco apartado de la ribera; para nada perder del espectáculo, el menor se empeñó pertinazmente en instalarse en un árbol mejor colocado y se sentó en una rama que se prolongaba sobre el agua. La mujer no tardó en aparecer y reanudar su operación.
Cuando pasa por debajo del hermano menor, distingue su sombra reflejada en el agua. Intenta atraparla, fracasa y se obstina de tal manera que hunde sus manos con gran rapidez en el agua, primero aquí y luego allá, haciendo gestos tan estrambóticos y cabriolas tan ridículas para atrapar a la sombra que el muchacho no pudo contener la risa viendo aquellas vanas tentativas de coger la sombra en vez de la verdadera presa.

El origen de las estrellas (mito warao)

Constelación de las Pléyades (en tonos más brillantes)
en el centro de la imagen

Entonces la mujer levantó los ojos y descubrió a los dos hermanos; ordenó descender al menor pero éste se negó en rotundo. Furiosa por haber sido ridiculizada, la mujer envió hormigas venenosas al ataque que, cuando subieron por el árbol, picaron y mordieron tan fuerte al chico que para escapar de ellas se vio obligado a tirarse al agua. La mujer lo atrapó en el aire y se lo comió.
Acto seguido capturó al mayor y lo metió en su cesto bien cerrado. Vuelta a su choza dejó el cesto y prohibió a sus dos hijas tocarlo, pero no bien se hubo dado la vuelta cuando las hijas se apresuraron a abrirlo. Les encantaron el aspecto físico del héroe y sus talentos de cazador. La verdad es que las dos monstruosas hijas se enamoraron de él y la menor lo escondió en su hamaca.
Cuando la ogresa se dispone a matar y comer a su prisionero las muchachas confiesan su falta. La madre consiente en perdonar a este yerno imprevisto a condición de que pesque para ellas. Pero sea cual sea la cantidad traída a casa tras una dura jornada de pesca, la ogresa devora todo menos dos pescados (uno para cada hija). Ya sea por la falta de alimento o por el agotamiento físico el héroe caerá enfermo.

El origen de las estrellas (mito warao)

Constelación de Orión donde vemos en su centro uno
de sus fragmentos más característicos:
el "Cinturón de Orión"

La muchacha más joven, convertida en su esposa, consiente entonces en fugarse con él. Un día él informa a su suegra que ha dejado como de costumbre el producto de la pesca en su piragua y que tendrá que ir a por él [entre los Warrau un pescador no puede cargar en persona el pescado por miedo a perder su suerte para la próxima jornada de pesca]. La ogresa irá como es costumbre, pero el muchacho ha ocultado en la piragua un cocodrilo que devorará a la madre cuando se acerque a por la pesca.
La hija mayor descubre la muerte de su madre, afila su cuchillo y persigue al culpable. A punto de ser alcanzado, éste ordena a su mujer subir a un árbol y trepa tras ella, pero no con la suficiente velocidad ya que la hija mayor consigue cortarle una pierna en el proceso.
Por ello siempre se ven en el cielo nocturno al héroe [las Híades], con su mujer por encima de él, pues aún sigue subida al árbol [las Pléyades] y por debajo de los dos podemos ver la pierna cortada [el cinturón de Orión].

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