A lo largo de la historia muchos genealogistas han caído en la tentación de proponer que una familia procedía de otra con el mismo apellido porque ello daría más prestigio al árbol genealógico, sin tener plena certeza documental. Otras veces se han negado categoricamente parentescos simplemente porque esa otra familia homónima era «inapropiada» según los criterios sociales vigentes. Quien nos iba a decir que estas cuestiones pasarían de la especulación a la certeza en el siglo XXI de la mano de los genetistas.
Y es que, como ya sabemos, el cromosoma Y que define el género, se transmite de varón a varón, por lo que sigue el mismo patrón que el uso de los apellidos. Partiendo de esta coincidencia, están surgiendo estudios científicos en España con el objetivo de determinar si genéticamente los hombres que se apellidan igual poseen cromosomas masculinos idénticos y por tanto si podemos predecir el origen genético de quienes portan un determinado apellido.
Probablemente la investigación más completa hasta la fecha ha sido la liderada por Conrado Martínez Cadenas. En 2016 se publicaban los resultados tras analizar 1.766 muestras de ADN procedentes de hombres de ascendencia española y portadores en total de 37 apellidos diferentes. La elección de estos apellidos se realizó bajo el criterio de que estuvieran representados desde apellidos muy frecuentes hoy en día hasta otros muy escasos. Los participantes fueron elegidos al azar. Adicionalmente se recogieron otras 355 muestras totalmente aleatorias para que sirvieran de control y permitieran determinar si los resultados que se obtuvieran de cada apellido eran diferentes al del conjunto de la población.
Tras evaluar los datos obtenidos, la principal conclusión a la que se llegó puede resultarnos lógica y hasta cierto punto previsible: a más frecuencia de un apellido los resultados genéticos son más diversos y por tanto hay menos miembros emparentados entre sí. A la inversa, en los apellidos muy poco frecuentes se apreció un notable grado de parentesco entre los participantes.
En realidad fue tanta la diversidad de orígenes hallados entre los apellidos muy frecuentes que en sus participantes se observó toda la diversidad de haplogrupos (grupos genéticos masculinos) que puede haber entre la población española en general. Es decir, compartir un apellido como García, Fernández o Martín no ofrece ninguna probabilidad incrementada de parentesco entre dos personas. En el otro extremo, los apellidos poco usuales concentraban sus resultados algunos haplogrupos de forma muy acusada.
En el estudio de Martínez Cadenas et al. este gráfico es elocuente, desde los apellidos muy frecuentes a los muy infrecuentes las posibilidades de parentesco entre dos portadores pasan de ser casi nulas a significativamente altas.Otro aspecto del estudio consistió en estimar para cada grupo de personas que compartían un mismo apellido y un mismo origen genético cual era la máxima distancia en años que los separaba del antepasado común. El resultado fue que, en promedio, las personas emparentadas dentro de cada apellido distaban en promedio 536 años del tronco común. Es una cifra sugerente ya que nos remonta hacia 1500, muy cerca del inicio de los registros parroquiales, considerado como el momento en que los españoles comenzaron a fijar la transmisión de los apellidos por vía paterna. No obstante, desde nuestro punto de vista genealógico, creemos que esta media puede ser engañosa ya que entre las muestras hubo personas que distaban desde 1310 años hasta otros con solo 167 años de separación apreciándose con muchísima variabilidad, lo que no confirmaría que generalizadamente los apellidos se fijaron en un momento concreto de la historia.
Prácticamente en paralelo se publicó otro estudio muy interesante realizado por Neus Solé Morata, entre otros, que pretendía analizar esta misma relación entre apellidos y cromosomas Y seleccionando únicamente apellidos del Levante español. El proyecto los etiquetaba como apellidos «catalanes» debido a que pretendía probar, como objetivo secundario, si estos apellidos se originaron en Cataluña y se habían expandido a Valencia y Baleares.
Se trataba también de una muestra abultada, 2.309 muestras válidas abarcando 50 apellidos diferentes, descartando otras más de doscientas muestras de voluntarios que resultaron ser parientes cercanos de otros participantes en el proyecto.
El resultado principal fue también coincidente con el anterior, los apellidos levantinos más frecuentes presentaban a su vez mayor diversidad de resultados. Y, al igual que en el estudio general de apellidos españoles, la distancia de los participantes con antepasados comunes se situaba en promedio en unos 500 años. Lo que no resultó probado fue que la antigüedad máxima de estos apellidos se encontrase en Cataluña.
Además, se detectó también que arrojaban más diversidad dentro de cada apellido entre aquellos volutarios que eran originarios de la mitad norte de Cataluña respecto a los de la mitad sur, Valencia y Mallorca. Algo que los investigadores atribuyen a la vinculación de los apellidos con las propiedades rurales, por lo que quizás en este área tuvo más incidencia la costumbre de que cuando la herencia materna era significativamente más importante que la paterna el hijo podía adoptar el apellido de la madre, transmitiéndose el apellido pero no el cromosoma Y. Además se valoró la posibilidad de que entre los considerados apellidos catalanes hubiera descendientes de occitanos que hubieran llegado con apellidos identicos a los catalanes o de que los hubieran catalanizado, nuevamente dando lugar a diferencias de origen bajo un mismo apellido.
Los genetistas intentaron detectar otros patrones que vinculasen el origen de los apellidos con su significado, pero no se pudieron establecer correlaciones claras. Por ejemplo, apellidos como Armengol, Ricart o Gual que proceden de nombres de pila de raíz germánica no mostraron mayor deriva genética hacia el norte de Europa que el resto. Tampoco se constató en apellidos que denotaban supuestos orígenes extranjeros, Alemany, Danés, Guasch (gascón)… una presencia de haplogrupos típicos de estos otros países o de la región. Incluso no se pudo probar una correlación notoria entre apellidos de supuesto origen norteafricano o judío con los cromosomas Y identificados como tales.
Por último, un tercer estudio con este enfoque se realizó en 2015 encabezado por Rosario Calderón para determinar la relación entre los apellidos y los cromosomas Y tomando muestras únicamente en las provincias de Huelva y Granada. En este caso se concluyó que prácticamente en todos los casos se apreció una correlación muy baja entre apellido y cromosoma Y. No obstante hay que señalar que el estudio se basó en 416 muestras correspondientes a 222 apellidos diferentes, por lo que hubo 159 apellidos de los que tan solo se disponía de una persona portadora. En la mayoría de los casos restantes se analizaron de 2 a 4 resultados por apellido, un número ciertamente muy escaso. Tan solo 13 apellidos estuvieron representados por 5 o más personas. Probablemente esta gran diversidad motivó que no las conclusiones no fueran tan rotundas como en los otros dos proyectos mencionados.
Ha habido estudios posteriores en diversos países de América, en los que además se añade el interés por identificar tanto las huellas genéticas europeas como el aporte de los nativos americanos y de los africanos llevados al continente en su mayor parte como mano de obra esclava. En el área de Hispanoamérica la cuestión de apellidos y cromosomas masculinos adquiere aún mayor complejidad.
¿En qué afectan todos estos estudios a nuestros estudios genealógicos?
Ordenando algunos de los comentarios y conclusiones expuestas es importante que los genealogistas consideren estas premisas respecto al origen de quienes comparten apellido:
- Confirmado incluso genéticamente: un apellido no garantiza un origen común. Entre dos personas con un apellido muy poco frecuente hay ciertas probabilidades de que se pueda demostrar parentesco. En apellidos muy comunes es tan poco probable como lo sería respecto a cualquier otra persona tomada al azar.
- No obstante, los estudios demuestran la utilidad de los análisis del cromosoma Y. Si hay un primer indicio de parentesco a partir de la coincidencia de apellidos, los análisis genéticos lo confirmarán o desmentirán, hayan transcurrido 150 o 1.500 años desde el antepasado común.
- Además, identificar el haplogrupo del cromosoma Y nos aporta poder demostrar si la familia es de origen local, extranjera o si afloran conexiones insospechadas. Este análisis no solo permite ratificar parentescos, también nos va a adentrar en el recorrido de nuestros antepasados a lo largo de la historia y, quien sabe, si podría resolver las suposiciones sobre el origen familiar que muchas veces hemos recibido mediante transmisión oral de nuestros familiares mayores.
- Aunque sea extremadamente difícil, los estudios genéticos podrán aclarar ramas y parentescos entre los apellidos más frecuentes en España. Precisamente dada la complejidad de investigar los apellidos más comunes, la genética es la llave que puede abrirnos el camino hacia nuestros orígenes cuando la investigación se estanque en un antepasado con decenas y centenares de homónimos.
- Dada la diversidad de orígenes, tengamos máxima precaución a la hora de realizar supuestos sobre el origen familiar en base al significado del apellido. Apellidarnos Navarro, Alemán o Sevillano o que los apellidos sugieran raíces germánicas, latinas o de otra índole no nos puede hacer volar la imaginación hacia un hipotético fundador de este origen que quizás nunca existió.
Otros posts relacionados con esta cuestión: ¿Por qué tantas personas en el mundo tienen mi apellido? y Apellidos españoles, distingamos entre etimología, uso y expansión
Publicaciones de referencia:
- Martinez-Cadenas C, Blanco-Verea A, Hernando B, Busby GB, Brion M, Carracedo A, Salas A, Capelli C. The relationship between surname frequency and Y chromosome variation in Spain. Eur J Hum Genet. 2016 Jan;24(1):120-8.
- Solé-Morata N, Bertranpetit J, Comas D, Calafell F. Y-chromosome diversity in Catalan surname samples: insights into surname origin and frequency. Eur J Hum Genet. 2015 Nov;23(11):1549-57.
- Calderón R, Hernández CL, Cuesta P, Dugoujon JM (2015) Surnames and Y-Chromosomal Markers Reveal Low Relationships in Southern Spain. PLoS ONE 10(4): e0123098
- Gómez A, Avila SJ, Briceño I. De genotipos e isonimias: análisis de correlación entre el apellido y el patrimonio genético heredado en el cromosoma Y en la población de tres departamentos del suroccidente colombiano [Correlation analysis of surnames and Y-chromosome genetic heritage in 3 provinces of southwestern Colombia]. Biomedica. 2008 Sep;28(3):357-70.