Revista Cultura y Ocio
Origenes del silo
El silo nació ... ique difícil es saberlo! Y cuántas conjeturas se han hecho sobre sus orígenes y siguen haciéndose cuantos quieren estudiarle!
Pero vamos a intentarlo y para ello eliminaremos y sentaremos premisas que la tradición oral y la investigación escrita, han dado como posibles.
Partiendo de la realidad de que el silo, ha sido una vivienda humana y que dadas sus características de ausencia total de paredes maestras, así como de cubierta, fachada, forjados, huecos, aleros, y demás detalles de albañilería, demuestra bien a las claras que ha sido autoconstruído por sus moradores de ayer, dada la economía y concordancia con otros factores que lo complementan, siendo el principal el del vaciado, que con pico, pala y esportilla y ganas de trabajar, se resolvía con facilidad, personal o familiarmente.
Se habla hasta de "trogloditismo", idea que hay que desechar a pesar de las apariencias, ya que podría parangonarse con la caverna; y en el paleolí- tico, ni había herramientas ni se trabajaba; así, fue ya en el neolítico cuando el hombre comenzó a hacerse algún instrumento que iba necesitando.
Pero hasta hacer una excavación en la tierra faltaban aún miles de años y sólo utilizaban para guarecerse las cuevas naturales o las cárcavas.
Por tanto desechamos la ascendencia del silo a aquellas edades tan remotas, ya que entonces aquel hombre primitivo había de vivir forzosamente con alimentos, frutos yagua más a mano, que las que tuviera entonces esta llanura manchega sobre su faz. y partamos de la Era Romana, ya que lo anterior es como una nebulosa.
Pensando en lo exigüo que la población ibérica por entonces, hay que suponer que estos vivían en parajes más abruptos para defenderse, más feraces para alimentarse y con más agua de superficie y menos salada que nuestras lagunas.
Este pueblo de Villacañas, que entre otros títulos tiene el de mayor número de silos que hayan existido jamás en pueblo alguno,(pues su nllÍmero llegó hasta hace pocas décadas, como antes se dijo, a 1700), los tenía numeraoos y c1asificaóos en 6arrios: Sur, Concepcion, Madrid, San Ildefonso, La Cierva, Romanones, Rincón, Zamora, Jenaros, Vistillas, Zaragoza, Santa Catalina, Barranco de la Arena y creo que alguno más. Bajo los romanos, -claro está- los silos no existían ni tampoco este pueblo. y todavía en el siglo XVI, de tanta creación en España, tampoco se han creado los silos.
Y lo sabemos porque este rey, Felipe 11, con sus sabias pragmáticas, ordenó desde El Pardo, el 26 de octubre de 1575, que se hicieran por los alcaldes, asesorados por hombres-buenos, las contestaciones a un formulario de preguntas que eran el compendio para un más exacto conocimiento de las características, situación, fuentes de riqueza, ríos, viviendas, vecinos: relación, en fin, de los pueblos de España.
Así, a la pregunta 33, se responde: "En esta villa son las casas todas de tierra (tapiales) y algún yeso. Vase por la madera para cobrir a Cuenca, que estará veinte leguas, traese la teja de Madridejos y Villafranca, que estará a cuatro leguas". Y en la pregunta 39 dice: "esta villa será de hasta quinientos vecinos, poco más o menos". y estas contestaciones que hicieron y firmaron los vecinos de de esta villa, "Francisco López Román, Juan Fernández Zurdo, Francisco Hernández y Juan López Cervantes, el día 4 de enero de 1.576", nos dicen con su silencio sobre los silos, que tampoco existían aún.
Todavía tiene que correr algún siglo más para que la historia escrita dé cuenta de los silos. Por fín, el día II de agosto de 1752, se dá con su existencia fehacientemente. Fue con motivo del Catastro del Marqués de la Ensenada, que ordenara realizar el rey Carlos 111. Este catastro muy minucioso, como todo lo que se le ocurrió a este rey, sobre datos estadísticos, económicos y sociales, de esta población, que había que ser con el tiempo campeona de silos, ya registraba una población de "mil vecinos, que había 734 casas habitables, inhabitables 6, y arruinadas 4.
También hay como 28 silos e habitaciones por vaxo terra, en la que habitan vecinos pobres". Ya habían nacido, aunque sin fecha exacta, los silos; y aquí estaba esta vivienda que estudiamos, en el espacio villacañero y en el tiempo de aquel siglo XVIII, el siglo de la Ilustración. Y llegamos al segundo siglo de existencia de los silos, que fue el XIX, y en los primeros años nos invaden los franceses,
Los silos sufrieron en su estructura, por la onda de las detonaciones. Pero ayudaron a los villacañeros defensores, sirviendo de trinchera y no se les dejó pasar, capitulando, eso sí y concertando entregarles a distancia comestibles para los caballos y pienso para ellos. El Padre Salmón, del orden de San Agustin, en su ''Resumen histórico de la Revolución de España. Año de 1808", nos dice de la enconada resistencia en parapetos de carros y galeras y de la organización de la defensa a cargo del "General Zapatero", del que la Prensa afrancesada de Madrid decía ser un "zapatero de viejo", así como de que les disparaban a los franceses desde una especie de trincheras excavadas donde unas chimeneas, que surgían del suelo sin más edificación; eran las chimeneas de los silos.
También dice Qtto Jessen de esta perspectiva: "El cuadro que ofrece la ciudad troglodita es sumamente extraño. El suelo pelado, con tantas bocas, recuerda las trincheras de una guerra de posiciones. Las chimeneas redondas, que aquí y alla sobresalen entre montones de tierra pardo amarillenta y rojiza, parecen, vistas desde lejos, como lápidas mortuorias; los caminos y sendas pasan por enmedio de ellas, sin que dejen sospechar la vida subterránea que bajo ellas se oculta". y por esas heróicas fechas nada se dice del número de silos que eran en total, desde aquella mención de Ensenada del siglo anterior.
Pero debían haber aumentado en alguna proporción, dadas las necesidades de esta población de Villacañas y no haber variado sustancialmente las circunstancias. Y así llegamos a demediar el siglo XIX, concretamente en 1847, cuando Don Pas~ual Madoz nos dice en su Diccionario Geográfico, Histó- rico y Estadístico, que el número de silos en esta localidad es de 300. Y que había entonces 931 vecinos, que sumaban 3.375 almas villacañeras.
Y en el resto de este siglo XIX suponemos que irían se excavando más silos en la parte alta de la población, hasta el número de 600, que había en el año 1893, concretamente el día 14 de septiembre, fiesta del Cristo del Coloquio en que a las cinco de la tarde comenzara a llover.
Lo hizo tan torrencialmente, que en veinte minutos se inundaron tantos silos que parecieron ahogadas 43 personas de sus habitantes, principalmente de los situados a derecha e izquierda del Carril de los Bueyes, hoy Avenida de la Paz. Sería terrible ver bajar el agua desatada en torrente sobre la caña, inundando rápidamente todas las habitaciones.
De esta catástrofe, aminorada por los actos de heroismo que efectuaron los vecinos Jesús Huertas, Gerardo García Plaza, Regino Pérez, Gregorio Moraleda, Antonio !rala y muchos anónimos, los 600 silos que entonces eran se arruinaron por inundación, que es la peor ejecución que de los silos se puede realizar, la mitad, 300; (52 totalmente, 71 ruinosos para destruir y el resto más o menos sin ruina inminente, pero destilando humedad).
Quedaron los silos reducidos a 300, que estaban más en alto; creemos que no se prodigaría el afán de nuevas construcciones de silos en bastantes años, por el trágico resultado experimentado y también por haberse construído a continuación, para entregar gratuitamente a los damnificados, cierto número de casas suficientes, que fueron 102, que constituyeron el nuevo barrio de don Venancio González, ilustre lillero, que a la sazón era Presidente del Gobierno. Así llegamos al actual siglo XX.
Y fue en la segunda y más en la tercera década de este siglo cuando resurge, como moda retrospectiva que reacciona, protegida por ciertas circunstancias condicionantes que lo abonan y llegan a la cifra de 1.700, en un pueblo de 3.200 familias; superando al número de casas.
http://www.realacademiatoledo.es/files/anales/0022/06.pdf
http://villadtembleque.blogspot.com.es/2010/09/la-inundacion-de-villacanas-en-1893-i.html
El silo nació ... ique difícil es saberlo! Y cuántas conjeturas se han hecho sobre sus orígenes y siguen haciéndose cuantos quieren estudiarle!
Pero vamos a intentarlo y para ello eliminaremos y sentaremos premisas que la tradición oral y la investigación escrita, han dado como posibles.
Partiendo de la realidad de que el silo, ha sido una vivienda humana y que dadas sus características de ausencia total de paredes maestras, así como de cubierta, fachada, forjados, huecos, aleros, y demás detalles de albañilería, demuestra bien a las claras que ha sido autoconstruído por sus moradores de ayer, dada la economía y concordancia con otros factores que lo complementan, siendo el principal el del vaciado, que con pico, pala y esportilla y ganas de trabajar, se resolvía con facilidad, personal o familiarmente.
Se habla hasta de "trogloditismo", idea que hay que desechar a pesar de las apariencias, ya que podría parangonarse con la caverna; y en el paleolí- tico, ni había herramientas ni se trabajaba; así, fue ya en el neolítico cuando el hombre comenzó a hacerse algún instrumento que iba necesitando.
Pero hasta hacer una excavación en la tierra faltaban aún miles de años y sólo utilizaban para guarecerse las cuevas naturales o las cárcavas.
Por tanto desechamos la ascendencia del silo a aquellas edades tan remotas, ya que entonces aquel hombre primitivo había de vivir forzosamente con alimentos, frutos yagua más a mano, que las que tuviera entonces esta llanura manchega sobre su faz. y partamos de la Era Romana, ya que lo anterior es como una nebulosa.
Pensando en lo exigüo que la población ibérica por entonces, hay que suponer que estos vivían en parajes más abruptos para defenderse, más feraces para alimentarse y con más agua de superficie y menos salada que nuestras lagunas.
Este pueblo de Villacañas, que entre otros títulos tiene el de mayor número de silos que hayan existido jamás en pueblo alguno,(pues su nllÍmero llegó hasta hace pocas décadas, como antes se dijo, a 1700), los tenía numeraoos y c1asificaóos en 6arrios: Sur, Concepcion, Madrid, San Ildefonso, La Cierva, Romanones, Rincón, Zamora, Jenaros, Vistillas, Zaragoza, Santa Catalina, Barranco de la Arena y creo que alguno más. Bajo los romanos, -claro está- los silos no existían ni tampoco este pueblo. y todavía en el siglo XVI, de tanta creación en España, tampoco se han creado los silos.
Y lo sabemos porque este rey, Felipe 11, con sus sabias pragmáticas, ordenó desde El Pardo, el 26 de octubre de 1575, que se hicieran por los alcaldes, asesorados por hombres-buenos, las contestaciones a un formulario de preguntas que eran el compendio para un más exacto conocimiento de las características, situación, fuentes de riqueza, ríos, viviendas, vecinos: relación, en fin, de los pueblos de España.
Así, a la pregunta 33, se responde: "En esta villa son las casas todas de tierra (tapiales) y algún yeso. Vase por la madera para cobrir a Cuenca, que estará veinte leguas, traese la teja de Madridejos y Villafranca, que estará a cuatro leguas". Y en la pregunta 39 dice: "esta villa será de hasta quinientos vecinos, poco más o menos". y estas contestaciones que hicieron y firmaron los vecinos de de esta villa, "Francisco López Román, Juan Fernández Zurdo, Francisco Hernández y Juan López Cervantes, el día 4 de enero de 1.576", nos dicen con su silencio sobre los silos, que tampoco existían aún.
Todavía tiene que correr algún siglo más para que la historia escrita dé cuenta de los silos. Por fín, el día II de agosto de 1752, se dá con su existencia fehacientemente. Fue con motivo del Catastro del Marqués de la Ensenada, que ordenara realizar el rey Carlos 111. Este catastro muy minucioso, como todo lo que se le ocurrió a este rey, sobre datos estadísticos, económicos y sociales, de esta población, que había que ser con el tiempo campeona de silos, ya registraba una población de "mil vecinos, que había 734 casas habitables, inhabitables 6, y arruinadas 4.
También hay como 28 silos e habitaciones por vaxo terra, en la que habitan vecinos pobres". Ya habían nacido, aunque sin fecha exacta, los silos; y aquí estaba esta vivienda que estudiamos, en el espacio villacañero y en el tiempo de aquel siglo XVIII, el siglo de la Ilustración. Y llegamos al segundo siglo de existencia de los silos, que fue el XIX, y en los primeros años nos invaden los franceses,
Los silos sufrieron en su estructura, por la onda de las detonaciones. Pero ayudaron a los villacañeros defensores, sirviendo de trinchera y no se les dejó pasar, capitulando, eso sí y concertando entregarles a distancia comestibles para los caballos y pienso para ellos. El Padre Salmón, del orden de San Agustin, en su ''Resumen histórico de la Revolución de España. Año de 1808", nos dice de la enconada resistencia en parapetos de carros y galeras y de la organización de la defensa a cargo del "General Zapatero", del que la Prensa afrancesada de Madrid decía ser un "zapatero de viejo", así como de que les disparaban a los franceses desde una especie de trincheras excavadas donde unas chimeneas, que surgían del suelo sin más edificación; eran las chimeneas de los silos.
También dice Qtto Jessen de esta perspectiva: "El cuadro que ofrece la ciudad troglodita es sumamente extraño. El suelo pelado, con tantas bocas, recuerda las trincheras de una guerra de posiciones. Las chimeneas redondas, que aquí y alla sobresalen entre montones de tierra pardo amarillenta y rojiza, parecen, vistas desde lejos, como lápidas mortuorias; los caminos y sendas pasan por enmedio de ellas, sin que dejen sospechar la vida subterránea que bajo ellas se oculta". y por esas heróicas fechas nada se dice del número de silos que eran en total, desde aquella mención de Ensenada del siglo anterior.
Pero debían haber aumentado en alguna proporción, dadas las necesidades de esta población de Villacañas y no haber variado sustancialmente las circunstancias. Y así llegamos a demediar el siglo XIX, concretamente en 1847, cuando Don Pas~ual Madoz nos dice en su Diccionario Geográfico, Histó- rico y Estadístico, que el número de silos en esta localidad es de 300. Y que había entonces 931 vecinos, que sumaban 3.375 almas villacañeras.
Y en el resto de este siglo XIX suponemos que irían se excavando más silos en la parte alta de la población, hasta el número de 600, que había en el año 1893, concretamente el día 14 de septiembre, fiesta del Cristo del Coloquio en que a las cinco de la tarde comenzara a llover.
Lo hizo tan torrencialmente, que en veinte minutos se inundaron tantos silos que parecieron ahogadas 43 personas de sus habitantes, principalmente de los situados a derecha e izquierda del Carril de los Bueyes, hoy Avenida de la Paz. Sería terrible ver bajar el agua desatada en torrente sobre la caña, inundando rápidamente todas las habitaciones.
De esta catástrofe, aminorada por los actos de heroismo que efectuaron los vecinos Jesús Huertas, Gerardo García Plaza, Regino Pérez, Gregorio Moraleda, Antonio !rala y muchos anónimos, los 600 silos que entonces eran se arruinaron por inundación, que es la peor ejecución que de los silos se puede realizar, la mitad, 300; (52 totalmente, 71 ruinosos para destruir y el resto más o menos sin ruina inminente, pero destilando humedad).
Quedaron los silos reducidos a 300, que estaban más en alto; creemos que no se prodigaría el afán de nuevas construcciones de silos en bastantes años, por el trágico resultado experimentado y también por haberse construído a continuación, para entregar gratuitamente a los damnificados, cierto número de casas suficientes, que fueron 102, que constituyeron el nuevo barrio de don Venancio González, ilustre lillero, que a la sazón era Presidente del Gobierno. Así llegamos al actual siglo XX.
Y fue en la segunda y más en la tercera década de este siglo cuando resurge, como moda retrospectiva que reacciona, protegida por ciertas circunstancias condicionantes que lo abonan y llegan a la cifra de 1.700, en un pueblo de 3.200 familias; superando al número de casas.
http://www.realacademiatoledo.es/files/anales/0022/06.pdf
http://villadtembleque.blogspot.com.es/2010/09/la-inundacion-de-villacanas-en-1893-i.html
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