Según datos recientes proporcionados por Coca-Cola diariamente se consumen más de 1.9 millones porciones en más de 200 países, su logotipo en blanco y rojo es reconocido por el 94% de la población mundial y la marca es la más asociada con la felicidad.
Nada mal para una marca que en 1886 servía sólo 9 porciones diarias y cuyo principal objetivo eran los fines curativos.
Y aunque John Pemberton, el creador de la fórmula, no pudo sacar provecho de su invento, con Asa Candler las cosas cambiaron desde que la compró por 2,300 dólares y logró aumentar las ventas en un 4,000% en un período de 10 años, de 1890 a 1900.
Sin embargo y cómo suele suceder cuando un producto ha demostrado ser exitoso en el mercado, para 1915 el producto perdía posiciones en el mercado debido al creciente número de competidores.
Para evitar el descenso de la marca en ese mismo año se convocó a un concurso para diseñar una nueva botella que pudiera darle al producto un toque premium a fin de diferenciarlo de otros similares.
Root Glass Company decide participar en el concurso y Alexander Samuelson, jefe de taller en ese momento, decide enviar a dos miembros de su equipo a una librería para obtener ideas.
Al buscar palabras similares a “coca” Earl Dean, un miembro del equipo, encontró la ilustración de una vaina de cacao que llamó su atención.
El 16 de Noviembre de 1915 de patentó el diseño a nombre de Samuelson, posteriormente se presentó a los ejecutivos de Coca-Cola y les encantó. El diseño había ganado la competencia.
Y así es como la inspiración llega en muchas ocasiones desde las cosas que menos esperarías: