Los avatares acaecidos a los largo de la historia en las calles de Madrid han provocado la aparición de no pocas expresiones en nuestra lengua. Si hace tiempo ya descubrimos como se resolvió el origen de los dichos “el quinto pino” y “más chulo que un ocho”, esta semana abordamos el madrileño arranque del término “gilipollas”.
En la actualidad ésta palabra se utiliza a modo de insulto, pero ¿te has parado a pensar cómo se pudo motivar? Para ello tenemos que retroceder hasta finales del Siglo XVI e inicios del XVII, cuando España era reinada por Felipe III. En esta época vivió Don Baltasar Gil Imón, persona que desempeñaba sus funciones como Fiscal del Consejo de Hacienda y cuyo nombre lleva en la actualidad una pequeña vía muy cerca de la Basílica de San Francisco el Grande, junto a la Ronda de Segovia.
Según cuentan, este señor aprovechaba su apretada agenda de eventos con lo más granado de la sociedad para acudir a fiestas y eventos siempre junto a sus dos hijas, de nombres Fabiana y Feliciana. Su objetivo no era otro que, encontrar durante estos actos algún mozo de buena posición social y en edad casadera para alguna de sus chiquillas pero la misión no era nada sencilla. Dicen que a su considerable fealdad había que sumarle que ni una ni la otra eran demasiado inteligentes, por lo que, lo de conseguir emparejarlas era un labor harto complicada.
Resulta que en aquellos tiempos para referirse a las muchachas jóvenes se utilizaba el término “pollas” (una acepción que aún en la actualidad queda recogida por la Real Academia de la Lengua). Por lo tanto, cada vez que el testarudo padre aparecía en alguno de los eventos con sus inseparables hijas, los comentarios entre los demás asistentes no se hacían esperar. “Ahí va de nuevo Don Gil con sus pollas”, susurraban indiscretamente con sorna.
Y así fue, como la coletilla de “Don Gil y sus pollas” se fue repitiendo hasta la saciedad y derivando en el término “gilipollas” que ha llegado hasta nuestros días. Término que se refiere a alguien “no muy listo”, en recuerdo de aquella pareja de hermanas, tan poco agraciadas, estética e intelectualmente. Ahora falta saber si el bueno de Baltasar Gil logró completar con éxito su tarea…
Si te ha gustado el artículo, quizás también te interese saber porqué decimos “más chulo que un ocho” y “el quinto pino”, dos expresiones también que se originaron en Madrid.
Si quieres recibir automáticamente todas las actualizaciones de Secretos de Madrid, subscríbete a mi RSS« Post Anterior
El gran amuleto de Madrid