Revista Economía

El oro es una inversión duradera

Publicado el 29 octubre 2012 por Lingoro

En un mundo donde los recursos naturales se agotan, el oro es la única inversión duradera que existe. Nada más dura: las tecnologías evolucionan a una velocidad inalcanzable, las monedas en papel están destinadas a una muerte segura, el crecimiento no dura nunca. El oro pasa a través de los siglos sin que le salga ni una arruga, pese a todas las tentativas de vulgarización por parte de sus detractores. Es la moneda hecha para resistir el paso del tiempo.

La obsolescencia programada
Una emisión que transmiten por el canal Arte, en Francia, se llama « Listo para descartar – ¿Obsolescencia programada? La “obsolescencia programada” (también llamada “el desuso planificado”) agrupa todas las técnicas que apuntan a reducir la duración de vida o de utilización de un producto con el fin de aumentar las tasas de reemplazo. Es lo que figura en la descripción del vídeo. Ya todo está dicho para el próximo siglo: el hombre evoluciona en una sociedad “Kleenex”, donde todo es reemplazable y bueno para descartar. En un momento en que la duración de vida del hombre es cada vez más larga, los bienes, la tecnología, se hacen obsoletos rápidamente. Nos empujan sin cesar al consumo forzándonos a creer que el crecimiento es infinito, que es sólo cuestión de estirar la mano y abastecernos de un cuerno de abundancia.

Los bancos en la silla de los acusados
El problema es cuando esta obsolescencia (no programada) afecta a los establecimientos financieros, cuyos gobiernos antes eran garantes de un cierto orden y de una cierta moralidad, y de las monedas, ya que las monedas fiduciarias, consideradas de confianza, se basan en un contrato de confianza mutua entre varios actores: pueblo, bancos, gobiernos…. Ahora bien, si la confianza se va, es la economía la que se desmorona.

Sin embargo, según L’Observatoire 2012 Ifop /FBF sobre la imagen de los bancos, el 69% de los franceses tiene una buena imagen de los bancos, y el 81% tiene una buena imagen de su propio banco. Nos gustaría saber con cual público ha sido realizado este estudio, ya que la reputación de los bancos ha sido abatida en estos últimos tiempos, y ha acumulado escándalos. Y la amenaza de la bancarrota sigue pendiendo sobre los bancos « intoxicados” desde 2008. Si a estos chanchullos (en los cuales están implicados los bancos más grandes) le añadimos el hecho que incluso los « más estables » se han visto degradados por los organismos de calificación (17 bancos alemanes por Moody’s el verano pasado), la credibilidad de los bancos está más que quebrantada. Y cuando la confianza en los establecimientos financieros se va socavando, también se ve afectada la moneda que distribuyen.

“He comprado un poco de oro, porque el dólar tiene fecha de vencimiento”. Es un hecho: desde su creación, todas las monedas en papel están destinadas a una desaparición segura, en especial porque ya no están adosadas a un activo tangible como el oro.
Antes de desaparecer, todas ellas experimentan una lenta degradación para terminar en el arcón de los recuerdos.
La excelente obra de James Turk y John Rubino, « L’effondrement du dollar et de l’euro et comment en profiter » (La caída del dólar y del euro, y cómo aprovecharla), Edición le Jardin des Livres, explica claramente este principio de no durabilidad de la “moneda deuda”, como la llaman. De hecho, el dinero en papel no es otra cosa que un reconocimiento de deuda infinita. Una deuda que, en los Estados Unidos, es de aproximadamente 150.000 dólares por habitante. La vida a crédito de los norteamericanos durante mucho tiempo ha conservado la ilusión de un crecimiento para un país que gasta mucho para mantener un cierto nivel de vida. Le invitamos a leer los numerosos ejemplos de monedas ya desaparecidas, en el segundo capítulo de esta obra (“Las monedas en papel siempre mueren”).

Concientes de la vanidad de sus empresas y sobre todo cuando la gente es cada vez menos crédula, los banqueros despliegan tesoros imaginarios para crear « productos que duran », en los cuales podemos tener confianza durante mucho tiempo, y que estarán siempre allí cuando estemos jubilados. El año pasado, por ejemplo, tuvo lugar la semana del inversionista socialmente responsable. Se trataba de hacer conocer inversiones en empresas que privilegiaban las energías renovables o la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

La gente sigue manteniendo la ilusión (y la esperanza) de que todo va a durar, ya que el ser humano tiene necesidad de estabilidad. Ahora bien, las grandes instituciones, la moneda única a la cual nos han querido convencer a fuertes golpes del método Couet, todo eso puede desaparecer más brutalmente que como ha aparecido. Mientras los políticos no miren más allá de sus narices y no planifiquen reformas para los próximos 30 o 40 años, las cosas están destinadas a desaparecer muy rápidamente.

El oro: el mejor conservador de valor

El oro, aunque más no sea por sus sorprendentes propiedades físicas, ha servido de moneda desde hace siglos, por no decir milenios. Su rareza, su ductilidad, el hecho de que no se oxida y resiste al ácido hacen que este metal tenga todas las cualidades requeridas para que sea una buena moneda. Como decía Píndaro 5 siglos antes de nuestra era: “El oro es el hijo de Zeus: ni la polilla ni el óxido lo devoran ».

El oro es, por ejemplo, el mejor conservador de valor y, a la vez, el mejor protector contra la inflación. Prueba de ello es que se puede comprar lo mismo con una onza de oro desde la Antigüedad. En la época del Faraón Toutmosis III, se necesitaba el equivalente de 2 onzas de oro (unos 62 g) para comprar un buey. En la actualidad, se necesitarían 2,5 onzas. La inflación ha sido bastante débil en 4000 años. En 1911 se podía comprar una bicicleta con un Napoleón de 20F ¡y hoy aún se puede comprar una bicicleta con la misma moneda! Si aún tuviera necesidad de convencerse del valor eterno del oro, esta pequeña historia publicada por Robin F, llamada “Ahorrar de 1912 a 2012: ¿con billetes o con monedas de oro? le explicará mejor la cualidad principal del oro, que reside en su capacidad de conservar poder de compra.

Adosar una moneda al abrigo del oro es « ponerla al abrigo de la podredumbre, enfermedad congénita de todas las monedas en papel », para citar una expresión del profesor de economía Antal Fekete. La preocupación de la gente no será reemplazar un material pasado de moda u obsoleto, sino encontrar trabajo y poder alimentarse. Quienes ya poseen oro podrán comprar de todo con él. El oro es una inversión de largo plazo que está hecha más para proteger el ahorro que para derivar efectivo rápidamente, pero esta propiedad también la tiene.

¿En vías de la remonetización?
La Editorial sobre materias primas del 19/10 pasado evoca el cambio de estatus del oro ante los bancos, gracias a los acuerdos de Bâle III actualizados. De este modo, el comité de Bâle III (versión 2012) acaba de decidir que a partir de ahora el oro será contabilizado para el 100% de su valor. Es así considerado como un activo de riesgo 0, al igual que las obligaciones soberanas clasificadas AAA o el efectivo en dólares o en euros. Lo que ha cambiado es que el oro es, a partir de ahora, contabilizado al 100% de su valor y no más al 50%. Los bancos centrales tienen así mucho interés en poseer oro en sus cajas de seguridad y en diversificar sus reservas. Sin ánimo de pronunciarnos por un retorno al patrón oro o por una remonetización factual del oro, la Historia prueba que, en cada crisis económica grave, en cada crisis monetaria y bancaria, el oro vuelve al ruedo en el circuito de los intercambios monetarios.

Cualesquiera sean las fluctuaciones de su cotización, actualmente en fase de consolidación, el oro sigue siendo un activo duradero.


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