El otro día aprendí muchísimo de fútbol jugaban un partido el Atlético de Madrid y el Barcelona, es decir Atlético y Barça.
Repito, aprendí muchísimo de comportamiento, de conversaciones, de gritos, de grandes frases, en fin un elenco de verborrea amplia.
De repente me dí cuenta que el día anterior habían debatido en el Parlamento español sobre si admitían o no la consulta de los catalanes para declararse independientes de España.
Escuchando entre gritos, conversaciones y cosas así, resulta que me entero que algunas personas (que luego resultarían ser defensores a ultranza del Real Madrid), en esos momentos todos eran del Atlético de Madrid.
Se presentaban como enemigos en toda regla de los del Barça, y me di cuenta porqué hemos subsistido a reinos, dictaduras, repúblicas, otra vez dictaduras y ahora en esta democracia un tanto lacia, tan floja, tan débil, tan poco democracia.
Somos personas muy ruidosas, con mucho coraje, con mucho sentido de la propiedad, de equipos de fútbol increíbles, que sus seguidores delimitan enseguida por regiones, naciones, independencias banderas y demás salsas que dicen nos son comunes; eso sí con distintas formas de expresarnos: en catalán, en gallego, en vascuence, en bable, en andaluz, en extremeño, en castellano en valenciano, en murciano. en...
Es cierto somos muy especiales, pero que muy, pero que muy especiales; hacemos de los gritos y exabruptos unas conversaciones larguísimas, extenuantes, para terminar sin ceder ni un solo pelo de nuestras posiciones; de verdad somos geniales.
Escuchemos a los libros, nos están diciendo tantas cosas que es una pena estar gritando tanto.
El otro día aprendí muchísimo.