Título original:
Toivon tuolla puolen
Año:
2017
Fecha de estreno:
7 de Abril de 2017
Duración:
98 min
País:
Finlandia
Director:
Aki Kaurismäki
Reparto:
Kati Outinen, Tommi Korpela, Sakari Kuosmanen, Janne Hyytiäinen
Distribuidora:
Golem
La ideología política, al igual que se dice de la religión y los genitales, no se debe imponer o restregar en la cara a los demás. De ahí que el cine abiertamente político tenga mayor número de detractores, al depender en exceso de la sensibilidad del observante, pero hay diferentes grados en ese partidismo. Entre el panfleto y el sutil drama social media una línea más fina de lo que cabe imaginar, y la proeza reside en no tender a lo obvio y confiar en el poderío de los personajes y de las situaciones a las que se enfrentan. Costa-Gavras lo ha hecho. Ken Loach también, con menor delicadeza. Y, por supuesto, Aki Kaurismäki.
Con El Havre, el cineasta finlandés ya abordó el tema de la inmigración, y El otro lado de la esperanza es un esfuerzo más fructífero y perenne en ese mismo terreno. Kaurismäki se sumerge de lleno en la actualidad más dolorosa, la relativa a la ingente cantidad de refugiados sirios que, tras huir de su país dañado de muerte por la guerra, han quedado a las puertas de una intransigente y egoísta Europa. El protagonista de la película es Khaled, un joven sirio que vaga por el continente occidental en busca de su hermana, de la que fue separado en una de las múltiples fronteras que tenían que cruzar para alcanzar la incierta tierra de la “esperanza”. Esa travesía le lleva a Finlandia, donde se acoge al derecho de asilo y se somete a un torbellino de fuerzas opuestas: hostilidad y bondad.
Mientras que en Dheepan, de Jacques Audiard, se optaba por un brutal estallido de violencia, motivado por la incomprensión, en El otro lado de la esperanza se propone tender la mano al foráneo. Aun así, esta película también refleja el choque cultural y la ignorancia ligada a la hostilidad, que promueve la tragedia. Kaurismäki combina sendas actitudes con su particular pausa, con la que insufla tensión e ironía en cada secuencia. Además de Khaled, el otro protagonista de la cinta es Wikhström, nativo finés de mediana edad recién separado de su mujer. Ante la perspectiva de una nueva vida, trata de hacer realidad sus sencillos sueños, poniendo sobre la mesa la precariedad laboral y la necesidad de asociarse con la fortuna para sobrevivir a las ambiciones personales. Así se contrapone la clandestinidad de las altas esferas con la de las calles, los entornos en los que se desenvuelven Wikhström y Khaled a lo largo del metraje, y se disecciona no solo el reto de enfrentarse a un país como ajeno al mismo, sino como longevo testigo de sus hábitos y problemáticas.
Kaurismäki destapa la hipocresía occidental con un acertado humor corrosivo, capaz de desoxidar conciencias. El otro lado de la esperanza es una propuesta valiente, ingeniosa, divertida, punzante y audaz, que observa y analiza el viejo continente a través del prisma de la crisis humanitaria. El díptico Khaled-Wikhström expone las vergüenzas de nuestra sociedad sin incendiar el resistente caparazón ideológico del espectador. Sin embargo, apuñala donde más duele, en el corazón de nuestras contradicciones.
9/10