Con el teniente coronel Antonio Tejero, el del 23F de hace 31 años, retirado y casi folclórico, otro Tejero puede quedar pronto en libertad, lo que provoca tanto rechazo que muchas personas bondadosas piensan por un instante que ese monstruo debería acabar sus días en prisión.
Es Juan Manuel Valentín Tejero, que secuestró, violó torturó, mutiló y asesinó en junio de 1992 a Olga Sangrador, de 9 años. Ver sus restos conmocionó como nunca a los duros guardias civiles que los encontraron.
Deberá quedar en libertad en marzo tras cumplir veinte años de la condena de 52 que se le impuso por todo lo horrible que le hizo a la niña.
En aquellas fechas, y pese a estar en prisión por tres condenas de agresión sexual, le concedieron un permiso de una semana.
Así fue como se mezcló para cazar a la niña con los entonces 2.300 habitantes de Villalón de Campos, Valladolid, que estaban en fiestas.
Días después lo detuvieron y en prisión se ha comprobado que sigue siendo una alimaña no reinsertable, según los siquiatras y los funcionarios que lo vigilan.
La familia de Olga y el sentido común piden que se le aplique la Doctrina Parot, sentencia dictada por el Supremo en 2006 por la que la reducción de penas por beneficios penitenciarios se aplica a cada pena y no al máximo de treinta años de prisión del sorprendentemente blando Código Penal franquista de 1973, vigente cuando lo juzgaron.
La Doctrina Parot, aplicada al etarra Henri Parot, está ahora en el Constitucional, que ya la enmendó parcialmente a favor de los terroristas en 2008.
Es posible que este Tribunal, dada su composición, enmiende la totalidad y que dentro de no mucho tiempo Tejero y el mismo Parot, culpable de 82 asesinatos, vivan libremente.
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